Casaldáliga y la espiritualidad liberadora
Entiendo que Pedro Casaldáliga vivió entregado en cuerpo y alma a la causa de algunos de los seres humanos más pobres que podemos imaginar: concretamente, aquellos que ni siquiera tienen identidad como tales y, a buen seguro sin saberlo, luchan por subsistir atrapados en su animalidad.
Hablo de los miembros de ciertas tribus de la Amazonia, perdidos en la selva de la historia, con los que este obispo heterodoxo convivió durante más de cincuenta años por puro y desinteresado amor.
Su mensaje evangélico ha sido definido como espiritualidad de la liberación.
En mi opinión se trata simplemente de una espiritualidad centrada no en conceptos teológicos teóricos y/o abstractos sino en seres humanos de carne y hueso captados en su medio y en sus quehaceres diarios o habituales.
En ese sentido este buen obispo es sin duda un revolucionario y un intruso, tanto más cuanto que no duda en denunciar y perseguir como puede y cuando puede a los explotadores de esos seres inferiores (subhumans), junto con sus prácticas.
Por todo ello, le consiento que, llevado de su vena poética, escriba:
Junto al montón de paja de mi vida
–broza muerta de sol…
Pero en este punto no estoy de acuerdo con él. A mi modo de ver, Casaldáliga es un ser humano que luchó por el bien de todos los seres humanos, empezando por los más pobres.
Para mí, todo un ejemplo y un modelo, pues pienso que lo que importa no es creer sino actuar con fe.