Enric Juliana, corresponsal y espía en los Madriles del catavirus

Me malicié en su día y me malicio ahora que Enric Juliana, hijo de Juliana y subalterno de la burguesía financiera condal, fue enviado oficialmente a los Madriles como corresponsal de La Vanguardia, órgano  de los poderes fácticos de la siempre futurible República de Catalunya.

El muchacho debía hacer tablas, tender puentes, tejer contactos, situarse y en última instancia espiar para sus señores, en espera de un destino acorde con sus maldades y ambiciones.

Estamos en tiempos del catavirus, a mi entender aportación suprema del catalanismo y su perfidia púnica a todas las Españas que es fan i es desfan, y Enric Juliana, hijo de  Juliana, continúa en los Madriles, a la espera de un destino que no llega.

Pero ahora ya, convertido en un espía consumado, se dedica a  verter sigilosamente gotitas  de catavirus, veneno esencialmente antiespañol, cuando, donde y como le dictan sus amos y le aconseja su perfidia.

 

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