El destino de España, en manos de los separatistas catalanes
Llegada la hora de escenificar la pantomima importa poco o nada quién asume el papel de separatista bueno y quién asume el papel de separatista malo.
Como pudimos ver en la Transición, estos actores siempre fueron intercambiables y continúan siéndolo.
Una cosa parece cierta: Salvador Illa, erigido en estrella ascendente del momento, va camino de convertirse, primero, en superministro; después, en sucesor de Pedro Sánchez en calidad de jefe del Gobierno de España.
Tiempo al tiempo.
Digamos ya ahora que los separatistas catalanes tutelados por Pedro Sánchez han recibido el encargo de decidir y fijar el destino inmediato de España y los españoles, empezando por Cataluña como antigua región española y terminando por Catalunya y su república cuasi independiente.
De acuerdo con mis cábalas, otra figura a tener en cuenta en esta hora y este contexto es Manuel Castells, separatista de vena catalana, natural de Hellín, Albacete, llamado a desempeñar un papel relevante a la hora de planificar y programar la desmembración de España. Para eso fue convocado.
¿Y qué será de Miquel Iceta?
Descartado que vaya a ser nombrado ministro de Universidades, pienso que su papel en la política de este país va a seguir siendo el de eminencia gris de conjuras, intrigas y contubernios.
Él sabe muy bien que para ese cargo no se requiere titulación académica y ahí no hay nadie que le gane, al menos en este país. Evidentemente, en la República de Catalunya lo tendría bastante más difícil.
En resumen, el destino de España y los españoles es ya ahora un asunto a tratar y decidir por catalanes y entre catalanes. Así lo ha querido un Gobierno traidor y así lo ha querido un pueblo abúlico y falto de espíritu patriótico.