Consideraciones sobre el nacionalismo catalán
Entiendo que el llamado nacionalismo catalán empezó siendo esencialmente un movimiento burgués y, transcurrido un siglo y medio desde sus primeras manifestaciones, sigue siendo básicamente un movimiento burgués.
Movimiento burgués, primero, ilustrado y, después, mercantil.
En él se sigue echando en falta la presencia de ese elemento popular que aportan la capas inferiores de la sociedad, sólo las capas inferiores de la sociedad, y sin el cual no parece lícito hablar de nacionalismo entendido como fenómeno social inclusivo o, si se quiere, nacional.
Con la toma del poder desde arriba, la burguesía catalana se empodera en cuanto que adquiere y asume poder político propio, pero en cierto modo se desentiende del proletariado urbano o, por mejor decir, suburbano surgido de la Revolución industrial, acaso el gran eje vertebrador del próximo orden social.
Entiendo, pues, que la burguesía catalana, atenazada a un tiempo por Francia y España, Estados centralistas por antonomasia, pierde el tren de los nacionalismos surgidos en la época romántica, mientras que, en contrapartida, su proletariado sobrevive y busca refugio en la inmunidad del rebaño avant la lettre.
Las capas inferiores de Cataluña y con ellas el proletariado industrial hablaban y siguen hablando español.