Salvador Illa y el plan de Pedro Sánchez para Cataluña
Quiero pensar que en el fondo Pedro Sánchez nunca se fió de sus correligionarios, los sedicentes Socialistas de Cataluña. ¿Puede alguien con un mínimo conocimiento del ser humano (Menschenkenntnis) fiarse de Miquel Iceta o cualquier miembro de su banda?
Difícilmente.
En este caso parece lícito imaginar que nuestro doctor cum plagio entra en el juego -la Operación Cataluña- sabiendo plenamente a quiénes tiene a su lado y a quiénes tiene enfrente.
Todos son separatistas, todos y cada uno de ellos están integrados en un mismo y único plan estratégico, aunque con funciones propias y diferenciadas en el plano táctico.
La innovación del doctor Sánchez consiste, a mi entender, en que ahora él acierta a distinguir entre separatistas buenos y separatistas malos. Los necesita para su plan y los quiere utilizar.
Como separatista bueno Pedro Sánchez elige a Salvador Illa, hombre aún no estigmatizado públicamente como separatista y por lo tanto apto para asumir el papel del separatista bueno que ha de representar en Cataluña, primero, al PSOE y, después, al Gobierno de España. Todos los demás comparecientes e intervinientes en la operación (desde Puigdemont hasta Junqueras pasando por los Pujols y Pujolets locales y comarcales ) son separatistas malos a los que hay que hacer frente, aunque sólo sea para montar y escenificar la pantomima.
En definitiva, con ello se pretende que a la postre Cataluña y sus cosas queden entera y exclusivamente en manos de los separatistas: unos -los separatistas buenos encabezados por Illa- en representación del Gobierno de España-, otros -los separatistas malos integrados en un partido único- en representación de sí mismos y del sector de la burguesía irreductiblemente desleal a España.
Me permito advertir por último que, de acuerdo con mis previsiones y predicciones, la Operación Cataluña se inscribe en el proceso de desnaturalización de España y su paso de un Estado centralista a una república imposible, víctima del caos.
Me gustaría imaginar que, aún entonces, España seguirá siendo la Patria de mi infancia.