Artículos del día 27 de enero de 2021

Miquel Iceta, el hombre de Pedro Sánchez en los Madriles, capital de todas las Españas

Entiendo que la política de la puta i la Ramoneta es la variante genuinamente catalana de la Realpolitik entendida como una manera de llevar o  gestionar los asuntos públicos atenta a  la situación existente en cada lugar y en cada momento, no a postulados morales o de índole similar, casi siempre intemporales y siempre abstractos.

Pragmatismo político y, por encima  y por debajo de todo, económico. Mal que  pese a algunos, hasta el presente la economía ha marcado y marca las vidas de los seres humanos como ninguna otra actividad suya.

Eso es lo que yo pienso ahora de los catalanes como colectivo organizado y provisto de una manera propia de captar e interpretar  la realidad inmediata tanto en el ámbito privado como en el público.

Y supongo que algo así debió de pensar también Pedro Sánchez cuando decidió confiar la gestión de los asuntos relacionados con los territorios españoles a Miquel Iceta, espíritu púnico y catalán auténtico.

Miquel Iceta no es ciertamente un Maquiavelo, tampoco un Rasputin, y en ningún caso un hombre de Estado de la talla de  Metternich, pero ha demostrado poseer perfidia más que suficiente para cumplir su cometido a plena satisfacción de su comitente.

Así las cosas, entiendo que con Iceta, separatista y constitucionalista en días alternos, en el cargo  de máxima responsabilidad para el futuro  de los territorios de España, con Salvador Illa  en el papel del buen separatista en Cataluña y el propio Pedro Sánchez a los mandos de la nave nacional está completa y  a punto para iniciar su labor la triada encargada de  llevar a España del Estado unitario a una república pensada y escenificada como antesala de su desintegración.

Me temo que, si Dios no lo remedia, el paso siguiente y previsiblemente último –la suplantación de España por una  república de Cataluña hegemónica en la península Ibérica– será la síntesis inexorable y fatídica  de todas nuestras traiciones y toda nuestra cobardía.