Plan del separatismo catalán: táctica y estrategia
Después de seguir la política de Cataluña y en Cataluña durante más de cincuenta años, con especial atención al movimiento separatista, creo estar en condiciones de decir algo sobre el particular.
En mi opinión, el objetivo de ese movimiento, en esencia un movimiento burgués, ni nacional ni nacionalista, es destruir España, incluido el sentimiento de pertenencia histórico, social y político de los españoles, y, una vez destruida y aniquilada España, ocupar su espacio y suplantarla con una república catalana de cuño formalmente democrático y europeo de acuerdo con el espíritu de los tiempos imperante.
Ese es para mí su objetivo estratégico.
La táctica elegida por nuestros separatistas responde claramente a su temperamento o tarannà y consiste básicamente, de una parte, en aniquilar el sentimiento de pertenencia integrador de los españoles y, de otra parte, en primar y fomentar simultáneamente un sentimiento de pertenencia propio y excluyente, centrado en Cataluña y lo catalán.
A partir de ahí entra en juego la burocratización por partida doble. La hiperburocratización se encargará de diluir el sentimiento de pertenencia de los españoles, con la consiguiente creación de ejércitos de prosélitos subvencionados, y, al mismo tiempo, de potenciar el sentimiento catalanista y vestir al futuro Estado con una administración propia a la altura de sus exigencias.
A mi entender, la gran innovación del separatismo catalán en este terreno ha sido y es conseguir que España, la nación a la que se quiere destruir y se está destruyendo financie y dirija la independencia de Cataluña con dinero, instalaciones y knowhow, incluso con personas.
Por ese y otros motivos me inclino a pensar que los separatistas intentarán permanecer dentro y fuera de España el mayor tiempo posible.
En cualquier caso, aunque no sé qué fuerzas ocultas concibieron el perverso plan de destruir España y decidieron su puesta en marcha, ahora me resisto a hablar de los peones que cumplen y llevan a cabo sus órdenes.
Como Friedrich Nietzsche, me niego a ser siervo de siervos.
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