Javier Cercas

Creo que en un primer momento Javier Cercas, extremeño afincado en Gerona, quiso conciliar su condición de español de nacimiento con su condición de catalán de adopción.

No sólo no lo consiguió sino que pronto se encontró con la amarga realidad catalana: o con nosotros o contra nosotros.

A la postre, su decisión fue interpretada por sus nuevos compatriotas como un acto de deslealtad e incluso como una traición, aunque, en mi opinión, si Javier Cercas ha pecado de algo hasta ahora ha sido de ingenuidad.

Además, se trata de un pecado que tiene una clara y limpia compensación tanto en su caso como en otros análogos al suyo.

Pienso que gracias a esa ingenuidad el muchacho no se ha dejado arrastrar al fango del juego sucio, elemento natural del separatista catalán.

 

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