El Estado como realidad suprema
Últimamente, una subalterna separatista exponía su opinión sobre conocidos prohombres de este movimiento burgués en un prestigioso medio de difusión nacional. Al parecer, la buena mujer había conocido y tratado de cerca a algunos de ellos, desde Pasqual Maragall hasta el nada carismático Artur Mas, pasando, cómo no, por Jordi Pujol, y ahora les dedicaba palabras de respeto e icluso de elogio, para concluir con un sí es no es de amargura que, vista retrospectivamente, la lucha catalana y a la catalana manera por la independencia –una independencia sui generis— era a todas luces una lucha perdida.
Efectivamente, al final de todo –maniobras ambivalentes, añagazas, subterfugios, mentiras a mansalva, amenazas pueriles y gestos de simulada buena voluntad– los separatistas catalanes se encuentran ante la realidad suprema: El Estado Español.
Aun así, decido no prestar oídos a sus gestos de apaciguamiento.
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