Milagro, milagrito, mancha que veo, mancha que quito
Parece ser que se trata de una marca comercial de las de antaño, pero el caso es que me gusta y, dado que me gusta, me la apropio o, como decía mi Madre, me la insurpo.
En mi versión, el anuncio de la marca comercial dice exactamente:
Milagro, milagrito, mancha que veo, mancha que quito.
Me viene bien, pues estoy releyendo La Vanguardía, en cierto modo órgano y portavoz, ni oficial ni oficioso, de la burguesía catalana y, por lo tanto, de la Generalidad y sus innumerables entes asociados.
(Clase dominante, ideología dominante)
En su edición de hoy, 13 de agosto de 2021, La Vanguardia se hace eco de la situación en la que se encuentra en estos momentos el proyecto-conjura del separatismo catalán según los escribas y amanuenses de la docta casa.
Por lo que he podido leer y entender, todos esos subalternos coinciden en declarar que el separatismo catalán posiblemente vive sus horas más bajas si tomamos como terminus a quo el inicio del proceso y como terminus ad quem la independencia de una Cataluña supranacional o panhispanica.
Aun así, me inclino a imaginar que los separatistas catalanes seguirán con sus intrigas –o, si se prefiere, sufriendo y haciendo sufrir–, pues estoy convencido de que la frustración es la clave tanto de su idiosincrasia como de su historia, una historia, en mi opinión, siempre falta de actos de lealtad no sólo de ellos con los demás españoles sino incluso, y sobre todo, de ellos con ellos.
Lealtad, esa palabra que nunca se pronuncia en catalán.