La envolvente catalana explicada a los españoles en dos lecciones (II)
Segunda lección
De acuerdo con una concepción global, la envolvente catalana coincide y se identifica con lo que los separatistas llaman Proceso y tienen a la vez por hoja de ruta y meta final.
Táctica y estrategia.
En la práctica y siguiendo un orden cronológico, la envolvente catalana proporciona, además de la hoja de ruta, las medidas concretas que los responsables del Proceso han pensado adoptar en cada momento como recursos tácticos.
A título de ejemplo presento aquí tres de esas medidas a las que asigno un alto valor informativo por su contenido y su significado. Se refieren a dos formaciones políticas (PSC, Ciudadanos) y a una persona física (Ada Colau). En los tres casos, código genético catalán.
1) A mi entender, la envolvente catalana, en cuanto concepto estratégico y argucia táctica, nació en el seno del llamado Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). Sus dirigentes, entonces casi en su totalidad de extracción social burguesa, recluyeron en él a los trabajadores de lengua española y sentimiento español para que no obstaculizaran ni desnaturalizaran el Proceso y de ese modo contribuyeran por exclusión a que en Cataluña la política la hicieran los catalanes, sólo los catalanes, pero simultáneamente negociaron la venta de los votos de esos mismos trabajadores como votos separatistas al PSOE y al PP en cuanto partidos políticos y, llegada la hora, en cuanto titulares del gobierno de España.
La maniobra fue escenificada una y otra vez con excelentes resultados para sus creadores/impulsores, desde Joan Raventós hasta Miquel Iceta o, lo que viene a ser igual, desde la Transición hasta ayer mismo, momento en el que, después de proclamar enfáticamente que Cataluña es una nación, este último ha intentado montar una pinza con el vasco Patxi López para minar y, así que se presente la oportunidad, asfixiar al núcleo duro del PSOE, núcleo de cuño español. Descubierto el fraude, el PSC es hoy una ficción sin apoyo social, pero la perfidia y la deslealtad de sus dirigentes son de las que hacen época.
2) Durante algún tiempo y con intermitencias tuve mis dudas acerca de las intenciones reales de Francesc de Carreras y Albert Rivera, aunque, básicamente, siempre pensé que la formación política conocida comúnmente como Ciudadanos era la versión B de la antigua y ya casi olvidada Operación Roca.
En la escena pública, un Rivera por un Roca, un Francesc de Carreras por un Pujol. Todos de casa nostra, cada uno con su papel y su disfraz.
Por eso, más allá de las frecuentes –¿y sentidas?– invocaciones a España y a su unidad salidas de la boca del joven y ambicioso Albert Rivera, he prestado atención a las maniobras de Francesc de Carreras y en especial a sus declaraciones en asuntos relacionados con la Constitución y la posición de los separatistas catalanes frente a ella.
Últimamente, el catedrático de Derecho Constitucional e ideólogo de Ciudadanos ha manifestado que «al nacionalismo hay que derrotarlo en las urnas», afirmación que, a mi modo de ver, no tiene mucho sentido, pues entiendo que a quienes infringen la Constitución de manera sistemática y continuada, como ocurre en este caso, no se les deben conceder derechos que corresponden en exclusiva a quienes la cumplen. De Carreras sabe perfectamente que lo que procede en ese supuesto es denunciar a los infractores y exigirles responsabilidades en términos jurídicos. Y, en cualquier caso, inhabilitarlos para ejercer toda actividad pública y/o política.
El estudio de las declaraciones del catedrático de Derecho Constitucional, así como de los vaivenes ideológicos de su discípulo y hechura política, me ha llevado al convencimiento de que Ciudadanos es hoy un submarino furtivo en travesía por aguas de la derecha española y de que, tanto en el caso de Francesc de Carreras como en el de Albert Rivera, el separatista que llevan dentro terminará saliendo del armario a medio plazo o, más concretamente, cuando el Proceso del separatismo catalán alcance el punto de no retorno. Si es que lo alcanza.
De momento, la formación mantiene y defiende su núcleo catalán, pese a su expansión y aparente españolización. El cambiazo nunca ha sido un problema para ellos.
Pregunto: ¿conseguirá el catedrático de Derecho Constitucional legitimar de facto y habilitar a personas que han infringido e infringen reiteradamente la Ley de leyes y proclaman públicamente que van a seguir haciéndolo? ¿No esconde la politización de esa infracción continua y premeditada de la Constitución vigente en España un descomunal fraude de ley?
3) Aunque no se pueda decir públicamente, en Cataluña hay en la actualidad dos comunidades político-lingüísticas: una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española y sentimiento español, y una comunidad minoritaria y opresora de confesión pública independentista.
Y, aunque no se pueda decir públicamente, Cataluña es hoy una dictadura de cuño burgués.
Para evitar el agravamiento y la consumación de la ruptura social generada por el nuevo régimen y llenar o al menos ocupar el espacio político que seguía vacío por el veto a la comunidad de lengua española en Cataluña, los responsables del Proceso recurrieron una vez más a la envolvente catalana y decidieron que una tal Ada Colau fuera elegida alcaldesa de Barcelona en los comicios municipales del 2015. Disfrazada de activista social sin adscripción política en ese momento, Ada Colau parecía ser la persona idónea para el cargo y la tarea. Hoy, además de activista social con sello demagógico o, si se quiere, populista, es una independentista radical, mientras que la izquierda catalana en su conjunto es un subcontinente dominado por elementos antisistema y teledirigido por los responsables del Proceso a través de subalternos y hombres de paja. De hecho, la izquierda, con sus adherencias y excrecencias, ocupa aquí el lugar que en otras latitudes y otros escenarios corresponde a la ultraderecha.
Y, como no podía ser por menos, facciones de esa izquierda anárquica y caótica han establecido contactos con sus homólogas podemitas.
A modo de síntesis
Entiendo que el Proceso en cuanto camino a la soberanía política de Cataluña nació en el seno del PSC a principios de los años setenta del siglo XX, momento en el que Jordi Solé Tura tradujo al español los Quaderni del carcere (Cuadernos de la cárcel), de Antonio Gramsci. En ellos, el pensador italiano expone su teoría de la hegemonía y los bloques hegemónicos, haciendo hincapié en que, en nuestro tiempo, el control de los medios de comunicación y la cultura tiene incluso más importancia que el control de los medios de producción, habida cuenta de que el debate político se desarrolla prioritariamente en ellos, no en éstos. Según él, dadas las condiciones políticas, sociales y económicas actuales, la conquista de la hegemonía y, en su caso, la creación de bloques hegemónicos preceden necesariamente a la toma del poder que ha de conducir a la implantación de la dictadura del proletariado. En suma, análisis de un fenómeno socio-político concreto en clave marxista-leninista.
Imagino que, tan pronto como terminó su traducción, Solé Tura se la dio a leer a sus compañeros/colegas del PSC y Convergencia. Inmediatamente todos coinciden en que el análisis en sí mismo es correcto y, sobre todo, válido. Lo único que hay que hacer es cambiar la finalidad de la hegemonía y la titularidad de sus destinatarios/beneficiarios.
Dicho y hecho.
Así, gracias a una lectura de la doctrina gramsciana sobre la hegemonía en clave liberal nace la dictadura burguesa de Cataluña y, con ella, nace también la envolvente catalana como fórmula mágica y multiuso.
E se non é vero, é ben trovato.
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