Proceso separatista: más allá de la soberanía
Se llame proceso o conjura, el separatismo catalán sigue adelante y, a lo que parece, el Gobierno de España no ha encontrado todavía la fórmula para combatirlo de manera eficaz, no digamos para extirparlo de raíz y acabar con él de una vez por todas.
Tampoco es probable que la encuentre.
De hecho, los separatistas, a pesar de ser claramente una minoría, no sólo han conseguido catalanizar toda o casi toda la actividad social y política de Cataluña, copando resortes de poder e instancias de representación democrática para instalar, acto seguido, una criptodictadura de cuño burgués, blindada a todo lo español, sino que además intervienen de manera cada vez más condicionante y determinante en la actividad económica, mediática y política del resto de España y de España en su conjunto.
Aunque los españoles ni lo sepamos ni queramos saberlo, es muy probable que hace ya tiempo que hayamos empezado a ser una colonia catalana.
En otras palabras: es muy probable que hace ya tiempo que el centro de gravedad peninsular haya empezado a desplazarse de la meseta a la periferia, de Madrid a Barcelona.
A mi modo de ver, entender y sentir, el objetivo es apoderarse de la titularidad del Gobierno de España y en definitiva de la titularidad del Estado Español.
No se trata de soberanía compartida, sino de lo que ellos llaman inversión de las relaciones de poder.
O, si se prefiere, de relevo de las élites oligárquicas en el control del poder.
Acontecimiento histórico.
¿Fin de la historia de España?
De nosotros depende.
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