Cómo liberarse del catenaccio de las fidelizaciones
Borrón y cuenta nueva
Después de pagar, sufrir y blasfemar como un condenado, Pájaro bobo consiguió quitarse de encima dos tarjetas de crédito/débito que más que tarjetas eran losas sepulcrales. Quiere recordar que para ello tuvo que escribir, o amenazar con escribir, al Banco de España. La bronca duró algo así como dos años: uno por tarjeta y entidad bancaria. Pájaro bobo recuerda nebulosamente que, nada más oír o, para ser exactos, ver escrito el nombre del Banco de España, los presuntos acreedores huyeron sigilosamente, abandonando dinero de plástico y cantidades supuestamente adeudadas. Acto seguido, Pájaro bobo se propuso ordenar el cenagoso manglar de recibos bancarios que le chupaban la sangre como caterva de sanguijuelas. Después de hacer varias listas y tratar de identificar cada uno de los recibos a partir del emisor y comprobar que no había manera de aclarar la situación, optó por una medida drástica y sapientísima. Cambiar de entidad bancaria. En la nueva entidad domicilió los recibos que, según su leal saber y entender, debía seguir pagando y se olvidó de todos los demás, que quedaron donde estaban. La intención de Pájaro bobo con esta medida era esperar a que los supuestos acreedores reclamaran las cantidades pendientes y pagarlas si realmente las debía. No recibió ninguna reclamación y en lo sucesivo sólo tuvo que atender a los recibos domiciliados en la nueva entidad bancaria.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué los emisores de los recibos no presentaron al cobro ninguno más, así que Pájaro bobo cambió de entidad bancaria? ¿ Acaso, al oír el nombre del Banco de España, renunciaron a las cantidades adeudadas por el cliente y pendientes de cobro o habían estado cobrando hasta entonces cantidades que este no adeudaba?
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