La conjura catalana y la Constitución española o cómo ganar tiempo hasta plantear un conflicto de legitimidades
De manera más o menos encubierta –o sea, siguiendo la línea de la política de la puta i la Ramoneta–, la Generalidad practica la desobediencia institucional y, al mismo tiempo, predica y apoya la desobediencia civil.
6 de diciembre de 2010, día de la Constitución.
Los españoles de la Meseta –desde las Hurdes y las Batuecas hasta la diócesis de Barbastro, desde Santander hasta Marbella– están cada vez más preocupados por los trajines de los separatistas catalanes, pero siguen sin saber ni entender que estamos ante una conjura en toda regla; una conjura para crear una Cataluña soberana y una España colonizada y sometida a ella.
Y como los españoles de la Meseta, incluido el Gobierno, continúan sin saber ni entender que estamos ante una conjura para acabar con España, los separatistas catalanes siguen adelante y van ganando terreno sin disparar un solo tiro ni provocar una reacción capaz de abortar su plan.
En estos momentos su gran objetivo consiste en ir copando progresivamente todos los resortes de poder, decisión y representación para, llegado el momento, atenazar al Estado español con todas sus instituciones, desde el Banco de España y el Ministerio de Economía hasta el Ejército con sus mandos superiores.
De acuerdo con la hoja de ruta de la Generalidad y sus ideólogos, el paso siguiente consistirá en plantear un conflicto de legitimidades entre España como Estado y Cataluña como nación.
Naturalmente, eso será cuando ellos decidan.
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