Tres razones para un cambio de modelo

Cuando se llega a una situación límite es conveniente, a veces incluso necesario, percibir que no se puede seguir adelante por el mismo camino. Entonces hay que cambiar de tren, de vía y/o de destino. En la situación actual, si los españoles no lo ven o, viéndolo, siguen adelante por el camino emprendido a partir de la Transición, es muy posible que hayan firmado su sentencia de muerte, una sentencia de muerte inexorable y a fecha fija para ellos y para España.

No puede ser casualidad, ni debe de serlo, que Ibarretxe pida, reclame y exija, en este preciso momento, una entrevista con Zapatero, el de las promesas a fondo perdido, para presentarle su plan soberanista.
Y no puede ser casualidad, ni debe de serlo, que Montilla pida, reclame y exija, en este preciso momento, la puesta en práctica del modelo de financiación prometido por Zapatero, junto con la entrada en vigor del Estatuto de Cataluña.
Una vez más, los separatistas se unen para presentar coordinadamente sus reivindicaciones ante el gobierno de España cuando perciben que es más débil y no puede contar con el apoyo del segundo partido nacional, sumido como está en una grave crisis interna. Precisamente por eso, España no debe ir cediendo ante el chantaje/acoso de los separatistas hasta caer derrotada. Es necesario que se produzca una reacción, una reacción y un cambio estratégico, no meramente táctico, que termine con las tensiones centro-periferia y su dinámica. Si el gobierno de España representa a la inmensa mayoría de los españoles, debe hacer honor a esa realidad con una política realmente soberana y democrática, dos condiciones que ahora no cumple.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuándo se enterarán los españoles de que en una democracia no es ni lícito ni democrático ni racional que la existencia de la nación-Estado y sus actividades estén a merced de minorías contrarias al interés general de la sociedad?

Economía y política: el peor de los casos posibles

Hay un método de análisis prospectivo que se basa en imaginar a priori el peor de los casos posibles que pueden darse [the worst case szenario] y fijarlo como situación a la que se puede llegar y hay que procurar no llegar. Una vez fijado correctamente el peor de los casos posibles, se puede empezar a pensar que cualquier situación que se presente en el futuro estará comprendida entre la situación inicial y la correspondiente al peor de los casos posibles. Siempre, repito, que éste haya sido fijado correctamente.

El señor Solbes dice ahora no sólo que no previó la situación económica que iba a producirse en el espacio de pocos meses sino además que se trataba de «turbulencias financieras difíciles de prever». Dado que hablamos de un asunto muy grave, Pájaro bobo reprime la risa y se pone serio. La economía de la nación, en manos de un hombre que, a pesar de estar asistido por un cuantioso y costoso equipo de especialistas, ni siquiera había previsto la posibilidad de que se produjera una crisis económica, cuando la tormenta ya se cernía sobre nuestras cabezas y no nos dejaba ver el horizonte. Para verlo, a él le habría bastado con dejar que, en su mente, palabras como desaceleración y recesión cedieran el sitio a una palabra tan sencilla y tal real como crisis. Al igual que otras muchas veces, a la postre aquí  se impuso la realidad, y Pájaro bobo se refugió en la economía de subsistencia: fuera gastos superfluos, fuera hipotecas, fuera inversiones trampa.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuál sería el peor de los casos posibles en política y en economía para España y para los españoles?

El modelo catalán: autolegitimación e independencia

A Francesc de Carreras, ciudadano y catedrático de Derecho Constitucional, para que lea y se entere

El modelo catalán no sólo se está imponiendo en su parcela territorial sino que incluso está sirviendo de referente a otras regiones, presas del efecto dominó y faltas de dirigentes políticos con visión de Estado y auténtica conciencia nacional. El presidente de la Junta de Extremadura está dispuesto a entrar al trapo, léase engaño, y verse las caras con su
counterpart catalán

Años setenta del siglo XX. En una región española con seis millones de habitantes y dos comunidades sociolinguísticas, una catalanohablante y otra hispanohablante, la primera, integrada aproximadamente por el 48% de la población, se prepara furtivamente la jugada y, tras copar todos los partidos políticos, pone al frente de ellos a personas adictas al nuevo régimen. Catalanistas, separatistas e independentistas son minoría pero, apenas iniciada la transición democrática, controlan toda la actividad pública y en especial los partidos políticos de la región, Comunidad Autónoma o futura nación. A fortiori o como coartada y prueba de buena voluntad, dejan que los charnegos formen, ¡momentáneamente!, un partido en el que se alojen o se reubiquen desde las viejas glorias del franquismo hasta cuatro exaltados a los que ellos se encargan de bautizar y desacreditar como nazis y fascistas. En Cataluña, con más de cuatro millones de hispanohablantes, éstos carecen de una representación política mínimamente proporcional. La actividad política está en manos de los catalanistas en una proporción del 90% con tendencia al 100%.
Y si los partidos políticos son (casi) exclusivamente catalanistas, el Parlamento de Cataluña también lo es. Por lo tanto, no es ni democrático ni representativo de la población de Cataluña, formada, como queda dicho, por dos comunidades sociolingüísticas. Tampoco son ni pueden ser democráticas y representativas las leyes y las disposiciones legales emanadas de ese Parlamento, en especial el llamado Estatuto de Cataluña, elaborado, tramitado y aprobado exclusivamente por representantes de la comunidad de lengua catalana, no sólo sin el conocimiento, la intervención y la participación proporcional de la población de lengua castellana de la Comunidad Autónoma sino además en contra de ella, concretamente en contra de los derechos de sus miembros como individuos y en contra de los derechos de la comunidad como colectivo.
Ahora, ese Parlamento, formado exclusivamente por catalanes catalanistas, no sólo se arroga el derecho de declarar unilateralmente la independencia de Cataluña sino incluso de imponer esa independencia a la comunidad de lengua española, que, a pesar de todas las maniobras de los dirigentes catalanistas, todavía hoy sigue siendo mayoritaria.
El primer capítulo de esta historia terminará en el momento en el que el Tribunal Constitucional dé por bueno y refrende el Estatuto de Cataluña, un estatuto, repetimos, fraudulento ab origine en cuanto que está basado en una cadena ininterrumpida de fraudes de ley.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que con esos antecedentes el Tribunal Constitucional avale el Estatuto de Cataluña y el Parlamento de esta Comunidad Autónoma se autolegitime y declare unilateralmente la independencia?

Rosa Díez, la Brava, en primer plano

En un país en el que abundan los tramposos y los marrulleros, escribo desde la orilla occidental del mar de la Sargantana, tener las ideas claras y hablar con claridad puede ser, y de hecho es, una desventaja: la tropa ni lo entiende ni puede entenderlo ni quiere entenderlo

Rosa Díez hace honor a su estampa y comparece en la plaza pública para pedir la disolución de los ayuntamientos sometidos a la obediencia de la filoetarra Acción Nacionalista. Defensa de la democracia y de la Constitución con la ley en la mano. Todo un ejemplo, un ejemplo tan triste como esperanzador. Mientras tanto, el PP sigue atrapado en una crisis autodestructiva y el PSOE se busca la vidilla en asuntos menos comprometidos y menos comprometedores. Zapatero nunca se ha distinguido ni por su lealtad ni por su claridad de ideas. Y es sabido que nadie da lo que no tiene.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿estará ligado el destino de España al destino de Rosa Díez y su partido?

De la crisis del PP a la crisis de la nación

Si no queremos pensar, podemos limitarnos a pensar que la crisis económica actual es una más en la cadena de crisis que la economía mundial, capitaneada por Estados Unidos, experimenta periódicamente para bien de todos, pues cada crisis facilita la adaptación del sistema a las condiciones del momento y de ese modo mejora sus expectativas de vida y supervivencia. No hay economía mundial sin crisis y sin crisis, probablemente, ya no habría economía mundial, al menos de acuerdo con el modelo actual.

Ahora es relativamente fácil ver cuándo y cómo empezó la última crisis del Partido Popular. Lo que no sabemos, y acaso tampoco haga falta, es cuándo y cómo va a terminar. Sabemos que todo empezó tras la victoria del PSOE en las pasadas elecciones y sabemos asimismo que, a partir de ese momento, comenzaron a tomar posiciones y a hacer uso de la palabra los elementos que querían aprovechar esa coyuntura para asomar la cabeza y, a ser posible, el cuerpo entero. Guerra de intrigas y conjuras. En esa situación, Hände weg! ¡Manos fuera! Y a esperar.
Parece ser que está en entredicho el llamado núcleo duro del PP, ese núcleo en el que Josep Piqué, siguiendo instrucciones y órdenes del Sanedrín catalán, había puesto el ojo para hacerlo saltar por los aires tan pronto como se le presentara la ocasión. Y la ocasión ya está aquí. Desmantelado, o poco menos, el PP de Cataluña, ahora hay que desmantelar el PP de lo que ellos llaman Madrid. Ya veremos. En cualquier caso, malo para el PP y malo, sobre todo, para España y los españoles.
En opinión de Pájaro bobo, la crisis del PP se inscribe, a escala nacional, en la batalla por el Estatuto de Cataluña, un estatuto que es más que un estatuto y, tal vez, incluso más que una constitución. ¿Tiene la Constitución española de 1978 cláusulas blindadas? En 1808, los españoles pudieron luchar y morir por su patria. Ahora, en el año 2008, eso ni es posible ni, probablemente, tiene sentido, pues, como ha dicho Narcis Serra, ex ministro de Indefensa, «nuestro futuro se debate a miles de kilómetros de nuestras fronteras».
Mientras tanto, la crisis económica sigue cebándose en las zonas más pobres y empobrecidas del planeta. Entre nosotros ya han empezado a notarse sus consecuencias. Todos sabemos que los tiempos peores están por llegar, y llegarán.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué quedará de España después de la crisis del PP, la batalla por el Estatuto de Cataluña y la crisis económica mundial?

Rodríguez Zapatero, entre el bazar y el mercadillo

¿Dónde quedan los tiempos en los que las ideologías eran cosmovisiones? Dónde quedan las cosmovisiones alumbradoras de universos mágicos y utópicos cada vez menos injustos, cada vez menos inhumanos, cada vez menos monstruosos, cada vez más racionales, cada vez más cósmicos, cada vez más reales?

La izquierda española, la menos consistente de las izquierdas europeas en el plano intelectual, ha seguido, en los últimos cuarenta años, una derrota marcada por el envilecimiento. Hoy no sólo no tiene ni retiene nada de las viejas utopías —una sociedad sin opresores ni oprimidos en un mundo mejor o, como mínimo, menos malo —, sino que incluso se ha despojado de los últimos atributos de su dinámica operativa basada en la solidaridad humana y para sobrevivir ha hecho suyos algunos de los recursos menos nobles de lo que Pájaro bobo ha bautizado con el nombre de capitalismo trapisondista. Rodríguez Zapatero se mueve ahora, y de hecho se ha movido siempre, entre el bazar y el mercadillo. En otro tiempo, eso habría sido definido posiblemente como una rara especie de eclecticismo y/o sincretismo; hoy es transversalidad ideológica y económica.
Despojado, ¡liberado!, del cuerpo ideologico y operativo del socialismo histórico, Rodríguez Zapatero comparece ante el pueblo español dispuesto a ganar las elecciones generales con un repertorio de ofertas del tipo todo a cien: el low price como fórmula de una nueva política y una nueva economía. Y el muy tunante gana las elecciones. A Solbes, ministro que debía ser de finanzas, le encarga que por nada del mundo descubra lo que nos espera el día depués. Y el hombre se aviene. Parece ser que fue Montoro quien, no hace mucho, dijo, más o menos: «Lo peor de él [Solbes] es que está al servicio de la desintegración de España». Y es cierto. Además, para abrir boca, ahí van cuatrocientos euros por cabeza. ¿No es eso fraude y como fraude delito? ¿Puede alguien disponer a su antojo del dinero de los españoles, un dinero que ni ha ganado ni tiene ni es suyo? En opinión de Pájaro bobo, eso era delito y sigue siendo delito. Que se lo hagan mirar, y mirar bien, los responsables del PP, pero, por favor, que no se les ocurra acudir al Tribunal Constitucional. Ése está reservado a los separatistas.
Nuestro zapatero ha demostrado, como demostró en su momento el cínico y amoral Sarkozy, que, hoy en día, ni para ganar unas elecciones ni para gobernar hace falta tener una ideología y ser fiel a ella. En realidad, eso es lastre. Rodríguez Zapatero ni tiene ideología ni tenía programa electoral. Y, a decir verdad, no necesita ni lo uno ni lo otro. Le basta con un lote de ofertas. En política, el debate ideológico ha cedido su lugar de privilegio a las campañas de marketing. Y mañana, ¿qué? Solbes, contesta.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuánto tiempo pueden vivir los españoles con una política económica de bazar y mercadillo basada en propuestas del tipo todo a cien?

¿Cuántos monstruos hay en cada uno de nosotros?

A propósito de Josef Fritzl

Pájaro bobo considera que, visto con ojos humanos, todo ser vivo es una combinación aleatoria nacida, a su vez, de una cadena de combinaciones aleatorias. De acuerdo con esa combinación, cada ser vivo es él y los que lleva dentro.
Para el ser humano todo ser humano es, en principio, responsable de sus actos. A efectos prácticos de vivencia, convivencia y supervivencia parece que tiene que ser así, parece incluso que no puede ser de otra manera. Todos somos responsables porque los demás nos han declarado responsables, de la misma manera que nosotros hemos declarado responsables a los demas. Pero está claro que en el fondo nadie es responsable de nada. No nacemos, nos nacen. Nos engendran, nos alumbran, nos arrojan al mundo. Justamente en eso consiste el Dasein. Cada ser está sujeto temporalmente a un Dasein que le es, a la vez, propio y ajeno; un Dasein que no eligió. Pájaro bobo quiere creer que nadie ha elegido ser un monstruo.
Podemos y acaso debemos imaginar que a los ojos de Dios, en cuanto diseñador inteligente, una criatura suya ni es responsable ni puede serlo. Podemos y acaso debemos imaginar que a los ojos de Dios, en cuanto diseñador inteligente, todo ser es una combinación única y necesaria. La que es y existe en su espacio y su momento. Fritzl es Fritzl, Einstein es Einstein, Francisco de Asís es Francisco de Asís.
Pájaro bobo considera que debemos aprender a vivir con nuestros monstruos y sobre todo a imaginar que podemos controlarlos. En eso consiste, cree él, nuestro equilibrio psíquico como seres alienados.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿hay o puede haber un ser alienado que no tenga sus monstruos?

Preguntas al Tribunal Constitucional

Sin preámbulos

¿Pertenece o no pertenece el Preámbulo del Estatuto de Cataluña al Estatuto de Cataluña en cuanto documento jurídico?
En otras palabras: ¿está dentro o fuera de él? Ejemplo: Estatuto de Cataluña. Preámbulo. Artículos.
¿Tiene o no tiene contenido semántico el término nación referido a Cataluña en el Preámbulo del Estatuto de Autonomía?
¿Qué dice el contenido semántico del término nación referido a Cataluña en el Preámbulo del Estatuto de Cataluña?
¿No es cierto que, aunque no tenga valor jurídico efectivo y actual, el término nación referido a Cataluña en el el Preámbulo del Estatuto de Cataluña posee un valor real que puede hacerse efectivo y actual posteriormente?
¿Sabe el Tribunal Constitucional que, si posteriormente se decide que el término nación tenga valor jurídico efectivo y actual, esa decisión corresponderá siempre y sólo al Parlamento de Cataluña?
¿Dónde se hace constar que el término nación referido a Cataluña en el Preámbulo del Estatuto de Cataluña ni tiene ni puede tener nunca valor jurídico?
¿No sabe el Tribunal Constitucional que el término nación ha sido y es siempre la base de sustentación del concepto de Estado soberano?
¿No sabe el Tribunal Constitucional que, en este caso, el término nación, referido a Cataluña, es el punto de partida de una nación como base de sustentación de un Estado soberano?
¿No tiene derecho el pueblo español, sujeto de la soberanía nacional, a proceder legalmente contra el Tribunal Constitucional si aprueba un texto estatutario que vulnera sus derechos como sujeto único y absoluto de la soberanía nacional? Cargos posibles: deslealtad al pueblo español y a la Constitución de 1978, prevaricación, fraude de ley, vulneración de secretos profesionales que afectan a la soberanía nacional.
Pájaro bobo opina que, en cualquier caso, el pueblo español como sujeto único y absoluto de la soberanía nacional puede y debe rechazar un texto estatutario que vulnera ese derecho, derecho que le corresponde total y exclusivamente en tanto conserve su condición de sujeto de la soberanía nacional y esté vigente la Constitución de 1978.

2 de mayo de 1808 y 2008: héroes y traidores

Lecciones del pasado y del futuro

Pájaro bobo sugiere que de la misma manera que los españoles conocemos y honramos la memoria de aquellos compatriotas nuestros que defendieron heroicamente a España en 1808, desde Daoíz y Velarde hasta el Empecinado, pasando por Agustina de Aragón y tantos otros, ahora deberíamos conocer y difundir los nombres de los integrantes del Tribunal Constitucional que, con su traición, están dispuestos a acabar con España y su historia.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿marcará el año 2008 el fin de la independencia de España como patria histórica de todos los españoles?

Zapatero y Chacón, delincuentes

Más allá de las bromas de mal gusto

En opinión de Pájaro bobo, el hecho de poner a Celestino Corbacho al frente del Ministerio de Trabajo podría ser, simplemente, una treta o incluso una broma de mal gusto, pues, al margen de aptitudes y saberes, el extremeño no es ni un traidor ni un quintacolumnista; es simplemente alguien a quien se coloca ahí para que haga bulto con la consigna de que no abra la boca. Pero en el contexto actual, con el bolchevique Montilla intrigando constantemente desde el otro lado de la empalizada o, por mejor decir, desde la orilla izquierda del Ebro, siempre controlado, vigilado y azuzado por Pujol ben Gurión, Sumo Sacerdote del Sanedrín catalán, esa treta o broma de mal gusto alcanza rango de temeridad y provocación inadmisibles. En definitiva, dejar una parte de la actividad de los españoles en manos de un analfabeto funcional es un delito que pesa sobre el contratante y el contratado. Y, en opinión de Pájaro bobo, lo que este último debería haber hecho, y aún debería hacer, es renunciar al cargo por incompetencia manifiesta.
Infinitamente más grave e inadmisible es poner a una separatista militante y confesa al frente de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire. A la vista de tamaña monstruosidad, Pájaro bobo le preguntaría a su contratante: «Dime, vil zapatero, ¿qué has visto y qué no has visto en esa persona para confiarle el cargo?» Como en el caso de Corbacho, la militara (así llamaban en Plasencia a toda esposa de militar años ha) no debería haber aceptado el cargo y ahora, una vez aceptado, debería renunciar a él si tuviera un mínimo de dignidad y sentido de la coherencia ideológica, aunque la verdad es que los separatistas catalanes, practicantes de la doctrina fáctica contenida en su dicho peix al cove
(traducción libre: ya lo tengo en el garlito), nunca se distinguieron por su dignidad y por su orgullo. Con esa escenificación, Zapatero, al frente de un Consejo de Ministros con visos de gineceo, y la militara Chacón, tras su doble traición (a sí misma y a los españoles), han alcanzado niveles de indignidad inaceptables y claramente punibles.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tiene que ver el nombramiento de la Chacón como ministra de Indefensa con esa operación de acuerdo con la cual los separatistas catalanes se comprometen a apoyar a Marruecos en su reividicación de las ciudades de Ceuta y Melilla, amén de isla Perejil, si a cambio Maruecos apoya a Catalunya para que sea reconocida como Estado soberano por éste y otros países árabes?