Victoria pírrica y semántica de la traición

Aparentemente, España se ha impuesto a los separatistas catalanes en el último enfrentamiento. Pero en realidad estos se han replegado y han buscado refugio, una vez más, en ese espacio impreciso que constituye su elemento y su alimento natural.

Vuelta a la guerra sucia de baja intensidad, siempre en el ámbito amable / hostil de la puta i la Ramoneta. Ahí estábamos y ahí seguimos porque, a la postre, ahí hemos vuelto.

Miquel Iceta, en mi opinión la personificación más auténtica y sincera de la perfidia y la deslealtad separatistas, ha conseguido fijar  la semántica de las relaciones del Gobierno (los Gobiernos) de España con los separatistas catalanes y, a través de ellos, con todos los separatistas ibéricos, periféricos y no periféricos.

Mal que nos pese, ahora ya sabemos que estamos en el país de las nacionalidades. Esa es la semilla de nuestra desintegración.

Curiosamente,  a mi modo de ver, ese mal tiene su correspondencia en la semántica separatista del silencio:

-Conceptos y vocablos centrados en España que ni se piensan ni se pronuncian porque para ellos no existen o no deben existir.

-Conceptos y vocablos centrados en traición, traidor, cobardía, cobarde, hipócritas y afines que un separatista nunca pronuncia y, por descontado, nunca aplicará en referencia a su realidad inmediata, aunque de hecho pueblan un campo semántico muy próximo y perfectamente definido.

Ejemplo

Carles Puigdemont pone los pies en polvorosa. Oriol Junqueras se queda «en el país» y es detenido y encarcelado. Que sepamos, Junqueras nunca ha acusado a su correligionario de traición, y probablemente no lo hará.

¿Ha optado el separatismo catalán por la autodestrucción?

Entiendo que el separatismo catalán tiene una vena sadomasoquista que se mantiene a lo largo de su historia y se manifiesta como una querencia irrefrenable al sufrimiento, sea en forma de frustración permanente y permanentemente alimentada, sea en forma de irredentismo de pueblo a la vez perseguido y elegido.

Curiosamente, los actuales representantes políticos del separatismo catalán parecen movidos ahora por un sentimiento que los lleva directamente a la destrucción no sólo de su entorno social sino incluso y sobre todo de su identidad  como colectivo humano.

Yo diría que en ese comportamiento hay poco o nada del espíritu burgués que ha venido caracterizando hasta el presente la acción socio-política de los separatistas catalanes y de manera especial el hacer diario de sus clases bienhabientes y bienpensantes.

¿Dónde está el seny  si aquí se destruye más que se construye y los que destruyen se destruyen a sí mismos?

¿Son catalanes? ¿Son burgueses?  Sinceramente no entiendo nada.

El separatismo catalán y sus organizaciones paramilitares

Como no podía ser por menos, en las últimas décadas los separatistas catalanes se han apresurado a dotarse de todo un cuerpo de organizaciones paramilitares de cuño fascista para controlar las masas, organizar acciones subversivas, incluidas guerrillas urbanas, y sentar las bases de un futuro ejército propio.

En esas están.

Hoy ya sabemos qué son y qué hacen organizaciones como los CDR, la ANC y el Tsunami democràtic, por citar sólo los ejemplos más conocidos e hirientes del actual pacifismo separatista, bendecido,  no lo olvidemos, por la jerarquía eclesiástica de la Tarraconense y  el Arzobispado de Barcelona.

¿Es necesario decir que todas esas organizaciones, y otras muchas del mismo cuño, son ilegales e ilegítimas en cuanto que están pensadas para destruir la convivencia pacífica de los ciudadanos?

¿Dónde está el Estado de derecho?

Huelga de país: centro contra periferias

Parece que la huelga general, que ellos llaman huelga de país,  organizada por los separatistas ayer sábado, 19 de octubre, fue seguida esencialmente por los vecinos del centro de la ciudad -funcionarios de la Generalidad con sus entes asociados y empresarios, o sea, burguesía pura y dura-, pero no por los vecinos de las zonas periféricas -en su inmensa mayoría obreros de lengua española-.

Como es lógico, el carrusel independentista recorrió en triunfo las vías centrales de la ciudad, pero se olvidó de las barriadas.

¿Victoria o derrota de la perfidia? ¿Una nueva versión de la lucha de clases?

Tres posibilidades tres

Ayer escribí aquí mismo que a nuestros desleales separatistas se les ofrecían dos posibilidades: seguir en España o marcharse.

Después me puse a pensar y caí en la cuenta de que había olvidado una tercera posibilidad, justamente la que, dada la idiosincrasia de nuestros queridos separatistas, más probabilidades tiene de ser agraciada con el premio a la deslealtad.

Sencillamente,  me inclino a pensar que, fieles a su estrella, nuestros separatistas optarán por una variante que les permita estar al mismo tiempo dentro y fuera de España o, si se prefiere, mitad dentro y mitad fuera, que en realidad es lo que tienen ahora y lo que vienen haciendo desde hace bastante tiempo.

Aunque muchos no lo sepan y otros muchos lo sepan y no lo digan, las instituciones nucleares de la futura República de Cataluña están ya vedadas a los españoles, pero no hay instituciones españolas vedadas a los catalanes, ni siquiera a los separatistas.

Eso significa para mí que una vez más se impondrá la táctica de la puta i la Ramoneta, si es que no se ha impuesto ya.

Una explicación racional de por qué, en mi opinión, los separatistas catalanes defienden a sabiendas un proyecto imposible o en qué consiste aquí trabajar a beneficio de inventario

Hace tiempo, después de mucho meditar, llegué a la conclusión de que los separatistas catalanes luchaban por la independencia de su naciúncula a sabiendas de que era un proyecto  imposible.

¿Por qué?

He aquí una explicación, a mi entender racional y razonada, de esta  extraña joint venture que puede ser cualquier cosa menos  descabellada.

El Estado español ha financiado, financia y, previsiblemente,  seguirá financiando la independencia de Cataluña, entre otras razones porque no se entera, y, lógicamente, los que lo saben y se enteran no lo van a decir.

En cualquier caso, todo lo usurpado sale gratis. Los usurpadores cuentan con que al final de la operación Conjura  puede ocurrir que Cataluña siga dentro de España, en cuyo caso será lógicamente el Estado español el que  asuma  gastos e inversiones, o que Cataluña consiga por fin la independencia, situación que la dejaría para siempre, o al menos eso creo yo, fuera de la jurisdicción española.

Mal que me pese, me veo obligado a  pensar que, en el segundo caso, los usurpadores se quedarían con todo lo usurpado, pero no con sus costes.

Yo, que no soy jurista, llamo a eso, por mi cuenta y riesgo, trabajar a beneficio de inventario.

El monstruo separatista

En el espacio de cuarenta años y poco más, de trampa en trampa, de intriga en intriga y de traición en traición, los separatistas catalanes han conseguido atenazar a la población de  esta región española y, acto seguido,  lanzar su grito de rebelión y proclamar la República de Cataluña.

Ahora, cuando el monstruo separatista ha cobrado vida y amenaza gravemente la convivencia de todos los ciudadanos de Cataluña -separatistas y no separatistas-, considero obligado decir que todas esas agresiones a la convivencia responden a una conjura, por más que esta palabra haya sido estigmatizada con carácter preventivo por quienes la llevaron a cabo.

La deslealtad en los hechos se corresponde con la deslealtad en las palabras.

El separatismo catalán desafía a España y el Estado de derecho

Entiendo que, en los últimos meses, el separatismo institucional, decidido  a aprovechar en beneficio propio la situación de interinidad del Gobierno español,   ha formulado una serie de exigencias que por su calado y amplitud constituyen, a mi modo de ver, un auténtico desafío e incluso una declaración de guerra tanto a España en cuanto realidad histórica como a su Estado de derecho en cuanto régimen político elegido democráticamente por todos los españoles, separatistas catalanes incluidos.

Desafío que se inscribe en una hoja de ruta caracterizada por su estudiado y perverso gradualismo y guerra sucia a la catalana manera, desafío y guerra sucia que, en mi opinión, remiten necesariamente a un delito y pecado original de prevaricación.

¿Ha llegado la hora del tot o res o el fin de la conjura separatista?

Los españoles tenemos la primera y la última palabra.

El separatismo catalán desafía a España y nuestro Estado de derecho

El separatismo catalán desafía a España y nuestro Estado de derecho.

La Generalidad de Cataluña escenifica ahora su -¿penúltimo?- enfrentamiento al orden constitucional español con una quincalla retórica pseudopopulista de estirpe mafiosa. Y/o judaica.

Considero que en estos momentos España necesita una figura humana con visión de Estado y autoridad moral que le permitan elevarse nítidamente  por encima de las deslealtades y mezquindades de nuestros políticos provincianos.

¿Ha llegado la hora del tot o res?

¿Ramón Ibero? ¡Presente!

 

Octubre de 2017 en Cataluña: delitos y delincuentes

A mi modo de ver, los ciudadanos españoles que en octubre del año  2017 se pronunciaron y/o se alzaron  en un acto intrínsecamente ilegítimo e ilegal, por procedimientos ilegítimos e ilegales, contra el orden constitucional vigente en el Estado de derecho llamado Reino de España incurrieron, entre otros, en los delitos siguientes:

rebelión, sedición, alta traición y conjura. 

A mi modo de ver, el tribunal que juzga ahora a esos ciudadanos españoles deberá determinar el grado de culpa de cada uno de ellos en razón de su implicación en el acto ilegítimo e ilegal,  en el bien entendido de que, en mi opinión, la ausencia inicial de violencia respondía a la voluntad de burlar la ley y, de acuerdo con esa idea, su empleo estaba reservado a una fase posterior de la hoja de ruta para poder presentarlo públicamente como acción espontánea de la sociedad civil.

Por lo tanto, ¿ausencia inicial de violencia? Sí, como  agravante; ni atenuante ni eximente.

A mi modo de ver, el objetivo final de los conjurados no era ni es  la independencia de Cataluña en sí misma sino la destrucción de España y su suplantación por una pretendida República Catalana.

A mi modo de ver, esa era  y esa sigue siendo la conjura, alta traición a España incluida.