Paisaje urbano con pintor

Blacky ladra tres veces seguidas, y Margarita se dirige a la puerta, pero él corre hacia la ventana. Los tres inquilinos —la mestressa, el caniche y Pájaro bobo— se asoman al ojo de buey  de su búnker de pladur. Un pintor de caballete, pinceles y crayón ha instalado su industria en la acera, frente a la Casa misteriosa y el jardín-residencia gatuna El descampao, regentado por el Menesteroso. El pintor no pinta, traza líneas rectas sobre el papel. Visera roja de bolchevique territorial en la cabeza, mirada de soslayo, el artista trabaja su acuarela y al final surge la Casa misteriosa, enmarcada, allí, por un jardín de palmeras y buganvillas; aquí, detrás de la tapia que protege a nuestros superinos (gatitos), por un campo asilvestrado. A la izquierda, alineadas con orden destructivo, yacen las grúas de la deconstrucción como esqueletos de robots. Cityscape o Landscape, paisaje urbano o paisaje rústico, la imagen tiene sello del momento que vivimos. El dibujo/pintura podría ser la última impresión de un impresionista. A Pájaro bobo le gustaría hacer una foto con tres planos: el ojo de buey con sus mirones; el pintor y su industria en la acera; la Casa misteriosa con los superinos y allá, al fondo, las buganvillas del jardín que nunca tuvo.
¿Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué de las paredes del búnker de pladur sólo cuelgan dibujos?

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