Artículos del día 18 de noviembre de 2007

El enigma carallot Carod y el enigma Zapatero


Sin centro no hay extremos, sin extremos no hay centro

A juicio de Pájaro bobo, para los separatistas catalanes de la subespecie del carallot Carod sólo hay dos grupos de españoles: el grupo de los tontos útiles y el grupo de los enemigos de Cataluña. López Raimundo, que en paz descanse, pertenecía al primero; Pájaro bobo pertenece al segundo.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿a qué grupo pertenece Zapatero, al de los tontos útiles o al de los enemigos de Cataluña?

¿Quién aguanta más?


A Enric Juliana, conocido en este mundillo virtual como
Vijía de las cloacas madrileñas

Si los habitantes del desierto pueden pasarse cómodamente cien años haciendo la guerra (guerra de guerrillas), los separatistas catalanes pueden pasarse tranquilamente otros tantos intrigando (intriga permanente); exactamente, hasta que consigan engañarte y les pidas perdón por haberlos engañado.

La monarquía como baluarte

La intriga parmentente y sus frutos

Conocido en esta página con pretensiones de mundillo virtual con los sobrenombres de «Topo del buen Retiro» y «Vijía de las cloacas» por méritos y deméritos como su vida subterránea y su afición al disfraz, el juego doble y las ocultaciones tácticas, Enric Juliana, agente del Sanedrín catalán en Madrid y Lisboa, sigue escribiendo en clave púnica. Ayer, sábado, declaraba en La Vanguardia, órgano del separatismo catalán más burgués y oportunista: «La centralidad catalana pasa ahora por «poner en valor» el papel de la monarquía constitucional en el cuadro español realmente existente». Lo dicho: mensaje en clave púnica. Aun cuando no renuncian a sacar la cabeza como sea y a constituirse en Estado soberano, parece ser que en estos momentos los separatistas catalanes no saben exactamente por dónde tirar. Curiosamente, eso se debe a que disponen de varias posibilidades o, como ahora se dice, opciones, ya que pueden optar, a título provisional y sin exclusión de soluciones posteriores más ambiciosas, entre la soberanía temporal y teóricamente compartida, la soberanía plena aunque no sea al frente de los Países Catalanes y una especie de soberanía camuflada mediante una integración oficial/nominal en España. En todos esos casos y en cualquier otro que pueda darse, su objetivo prioritario e irrenunciable es hacerse con el control de los recursos económicos y de los resortes de decisión política del Estado, así como con la dirección de sus medios de comunicación, dejando a la Administración central los menesteres más gravosos y menos lucrativos, a ser posible con una titularidad exclusivamente nominal. Por lo pronto, Hacienda y relaciones internacionales deben estar en manos catalanas o, como mínimo, supeditadas al Sanedrín catalán. Después ya veremos.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Saben los españoles que el desarrollo pleno del Estado de las Autonomías, incluido el último Estatuto de Cataluña, equivaldrá de hecho a la extinción/desaparición de España como nación y que la monarquía es, hoy por hoy, el último y único baluarte de la unidad de España y su persistencia?
¿Sabe el Tribunal Constitucional, como debería saber, que la verdadera trampa del Estatuto de Cataluña está en  su aplicación, no en su  letra?