Jiménez de Parga: el lamento del jurista
Lo peor de una ley no es que no se cumpla sino que su incumplimiento persistente, sistemático y doloso no esté penalizado
En la Tercera de hoy viernes, 23 de noviembre, del diario ABC Jiménez de Parga se lamenta de la impotencia de la Administración central y concretamente del gobierno de la nación frente a los separatismos periféricos. Él los llama, en opinión de Pájaro bobo indebidamente, nacionalismos periféricos, y dice que ejercen una influencia no sólo nociva sino incluso ilegítima por desmesurada en nuestra vida política. A los ojos de Pájaro bobo, esa declaración, sometida a una interpretación legal taxativa, conlleva el reconocimiento de que en España no hay democracia. O que los separatismos periféricos han devorado la esencia de la democracia, de modo que esta sólo conserva su apariencia formal y, para mayor ignomia, en beneficio de los separatistas. Según el jurista, la solución de tan grave situación política pasa por la promulgación de «una ley electoral que sirva para traducir fielmente la voluntad de los españoles». Es posible que efectivamente esa sea la solución o una de las soluciones posibles y aceptables, pero, tal como Pájaro bobo ve y entiende el problema, para elaborar y promulgar una ley de esas características es necesario que en ese momento la sociedad civil española posea ya una conciencia patriótica debidamente madura y nuestro jefe de Gobierno una visión de Estado acorde, de una parte, con la responsabilidad que impone la salvaguarda de los derechos y la obligaciones de los españoles como colectivo unitario y, de otra, con la gravedad de la situación. ¿Se da lo uno y lo otro?
A Pájaro bobo le hiere profundamente que los españoles, disponiendo, por fin, de todos los elementos necesarios para disfrutar de un sistema democrático, hayan enajenado su libertad y, parcialmente, su democracia en perjuicio propio y en beneficio de los separatistas, que, para colmo de la ignominia y la irracionalidad, son claramente una minoría destructiva, desintegradora. Él está convencido de que, si se invirtieran los papeles y la proporciones numéricas, los separatistas catalanes no tendrían ese problema. La propuesta de Jiménez de Parga puede ser una solución de emergencia, pero a los ojos de Pájaro bobo será un parche o una chapuza si no se atiende a las causas primeras y no se ataja el mal en su origen. Estamos una vez más o como siempre ante la España invertebrada-desvertebrada. Esa es la causa de nuestro fracaso como proyecto nacional y como nación con un régimen democrático.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Y si esta fuera la última oportunidad de proceder a la vertebración de España?
¿Por qué no aprendemos de los separatistas, concretamente de su habilidad para aprovechar los recursos propios y de su táctica de unirse para separar y destruir?
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