Gallardón, Rosa Díez y Rivera, tres paralelas convergentes

A Pájaro bobo Esperanza Aguirre le recuerda una de esas gallinas dispuestas a lanzarse sobre cualquier figura extraña que invada su corral y ponerla en fuga a picotazo limpio. La pizpireta señora tiene amargado al pobre y desvalido(?) Gallardón con sus constantes e implacables picotazos. Lo malo del caso es que, a juzgar por los indicios, la subsodicha cuenta con el beneplácito, acaso también con el apoyo explícito, de la jerarquía del partido. De momento parece que el alcalde tendrá que mudarse a otro municipio, pues está visto que aquí manda la subsodicha y la subsodicha no le quiere. De momento, toda vez que también es posible que la carrera política de la presidenta termine el próximo mes de marzo y que justamente entonces empiece la segunda carrera política de Ruiz-Gallardón. Ahora se diría que ni él mismo sabe qué va a hacer pasado mañana.
Rosa Díez es una figura femenina simpática y atractiva. Su programa político tiene las virtudes de la lealtad y la honradez personal. Y también muchas de sus limitaciones. Esencialmente ideológico —defensa del Estado entendido como nación y patria de todos los españoles —, su programa presenta diversas lagunas electorales, agravadas por la falta de medios económicos para lanzarlo. Pero, precisamente por eso, el corazón de Pájaro bobo es para el ideario de Rosa Díez, máxime toda vez que, a pesar de la edad y de su decadencia de cintura para abajo, él sigue pensando que una mujer hermosa es siempre eine Delikatesse.
Rivera es un ciudadano sensato y equilibrado. Él y sus compañeros de cordada han elaborado un organigrama que hace de esta joven formación el partido con el nivel cultural más alto de España y posiblemente de toda Europa. Las comunicaciones entre la dirección y los afiliados se realizan prácticamente en su totalidad por internet. Esa es tal vez su limitación y también su gran ventaja, pues, de una parte, es difícil pensar que llegue a ser un partido de masas y, de otra, está claro que sus actividadades escapan en buena medida a la tiranía de los grandes partidos.
A juicio de Pájaro bobo sería bueno para España y los españoles que esos tres elementos se unieran: Gallardón podría aportar la imagen del centro sociológico, sin veleidades ni derivas impuestas por intereses económicos y electoralistas; Rosa nos regalaría, con el eterno femenino, el tirón de una mujer española sin complejos ni hipotecas, mientras que Rivera y sus conciudadanos podrían aplicar su organización, una organización tan eficiente como difícil de controlar por los grandes depredadores, así como una juventud ilustrada y deliberadamente democrática. Pájaro bobo apuesta por que esos tres elementos, ahora de trayectorias paralelas, se unan pronto en un proyecto común y unitario, sin esperar a que, como dicen los geómetras, se junten en el infinito. Mientras tanto, Pájaro bobo, amigo de la eficacia y el orden, votará al Partido de los Ciudadanos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es lícito pensar en un centro esencialmente patriótico formado precisamente por tres fuerzas, una procedente de la izquierda, otra de la derecha y otra del centro ideológico?

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