El Partido Popular: Vascongadas y Cataluña

En opinión de este infraescrito, ni acólito ni subalterno, en los momentos actuales no es fácil y, por lo tanto, tampoco aconsejable anticiparse a los acontecimientos y tratar de hacer un retrato del Partido Popular que saldrá de la actual crisis interna, una crisis que, a su modo de ver y entender, afecta esencialmente a la línea ideológica, responsable, según casi todos los observadores, de su derrota en las últimas elecciones nacionales. De hecho, hace ya mucho tiempo que todas las ideologías, en especial las grandes ideologías históricas, están en crisis y concretamente las ideologías de izquierda llevan más de un siglo arrojando al mar de la historia escoria fundacional en aras de la operatividad y en definitiva de la supervivencia. Ahí está Rodríguez Zapatero, individuo ideológicamente amorfo, al frente de un Partido Socialista Obrero Español que hace décadas dejó de ser socialista, obrero y español. Hoy, las ideologías son antiguallas y, como antiguallas, lastre político y social. Las elecciones se ganan o se pierden en función de campañas electorales concebidas en términos de marketing y venta de mensajes envasados a modo de artículos de consumo. Y como el Partido Socialista ya está envilecido, ahora le toca al Partido Popular envilecerse. Un refrán español que, por lo visto, casi nadie conoce y casi todos practican dice y enseña: «Lo que no deja se deja». Y Pájaro bobo añade por su cuenta y sin riesgo: «Por lo tanto, lo que deja no se deja mientras deje» Mao nos enseñó que lo importante en un gato es que cace ratones, no el color de su pelaje, mientras que Sarkozy y Berlusconi están dispuestos a demostrarnos que hoy la medida de un político está en sus resultados. Vender o no vender, esa es la cuestión.
Mientras tanto, en Vascongadas –una sociedad de desarrollo vertical con dos comunidades sociopolíticas diferenciadas y enfrentadas– la comunidad de sentimiento español, representada inicialmente por un partido de izquierdas y un partido de derechas, ha terminado por generar anticuerpos que se oponen al arrastre practicado por los separatistas y asimilado por los dirigentes políticos de dicha comunidad. Un buen día, la brava Rosa Díez se planta ante López y Zapatero, dispuesta a romper el juego. Al cabo de un tiempo la sigue, en el flanco derecho, María San Gil. Dos mujeres, dos vascas, dos españolas, un mismo sentimiento y, guiado por ese sentimiento, un movimiento transversal. Habrá que esperar a ver qué pasa. Lo lógico sería que el movimiento prosperara y fuera seguido por todas las víctimas, personas y colectivos, del terror y el terrorismo de Eta y sus aliados. Hasta aquí hemos llegado.
En la Cataluña del Sanedrín, los sabras, los carallots y los charnegos amontillados, la comunidad de lengua española, aherrojada por la burguesía a través de los diversos estratos sociales que ha ido construyendo y depositando encima de ella, vive momentos de decepción. A los ojos de Pájaro bobo, su gran oportunidad tuvo lugar cuando Vidal-Quadras, en un certero y audaz golpe de mano, puso al descubierto y casi desmontó la trama tejida por Pujol ben Gurión al frente del Sanedrín, con lo que estuvo a punto de cambiar el curso de la historia de Cataluña y, en definitiva, de España. Pero Vidal-Quadras fue sacrificado por razones de Estado que no conocemos y, si las conociéramos, muy probablemente no compartiríamos. Después de él, nos enviaron al traidor Piqué y su séquito de Nebreras y Vendrells con el encargo de dejar al pobre cirerer sense cap fulla i amb el cap pelat. Y, efectivamente, en cuestión de días el predio quedó convertido en un pecio. El Partido Popular de Cataluña es hoy el más impopular de los partidos catalanes. Pájaro bobo piensa por un momento en el Español de fútbol.
Mientras tanto, en el PSC se había producido un singular fenómeno de interés sociohistórico. Es sabido que en un primer momento se llamaba PSC-PSOE. Entonces debía granjearse la confianza de los socialistas de la Meseta y a la vez ganar tiempo para crear un partido que, además de estar integrado en el frente catalanista, fuera capaz de mantener bajo control a la charnegada española de izquierdas, precisamente la misma que había protagonizado la lucha abierta, en las calles, en las fábricas y en los ayuntamientos del cinturón industrial de Barcelona, contra el tardofranquismo. En justicia, a esa izquierda le pertenecía ahora el poder autonómico. La operación, variante autóctona de ingeniería social y genocidio, fue llevada a cabo por Maragall y su tropa, en la que desde un principio figuraba Narcis Serra que, años después, sería nombrado jefe supremo de la tropa española. Para un observador como Pájaro bobo lo más sorprendente del caso es que, cuando Zapatero, advertido del engaño por algunos españoles residentes en Cataluña y cercanos al PSC, se dispuso a poner remedio a la situación, se encontró con que el elegido por él para combatir y suplantar al desleal Maragall era tan desleal y tan separatista como éste. Desde entonces, Montilla ha demostrado con creces que no tiene nada que envidiar en deslealtad y perfidia a los catalanistas de más pura cepa. ¿Qué había ocurrido? Pues sencillamente que la máquina burocrática creada por los separatistas catalanes había alumbrado una generación de charnegos dispuestos a seguir sus pasos. De hecho,  una vez integrados en la máquina burocrática del catalanismo, ésta ha empezado a utilizar a esos charnegos en misiones ante el Gobierno central. Ahí están, entre otros, el analfabeto Corbacho, la carpanta Xacó y el mismo Montilla, traidor polivalente. ¿Quién de ellos será el primero en recibir la cruz de Sant Jordi por sus traiciones?
En esas circunstancias, el intento protagonizado por hombres como Robles y Domingo —liberar a los socialistas españoles de Cataluña de su servidumbre al frente separatista— encontró, además de la lógica y natural oposición oficial, la enemiga solapada y desleal de compañeros de su mismo partido (el PSOE), de su misma lengua y de su misma comunidad sociolingüística pero vendidos al catalanismo institucionalizado, al que estaban sirviendo y del que después han recibido un rango que nunca habrían alcanzado por sus propios medios. Por otra parte, en la derecha de Cataluña, los ciudadanos descontentos con el montaje de Piqué no consiguieron imprimir un giro realmente español al Partido Popular y se vieron obligados a abandonar la formación, que así quedaba literalmente a merced de sus parásitos y depredadores. Después, el Partido de los Ciudadanos dio la sorpresa y consiguió erigirse en la gran esperanza de la comunidad española de Cataluña, pero sólo por un momento, hasta que el catalanismo institucionalizado reaccionó y montó una operación en toda regla para dinamitarlo. Ahora, primera mitad de 2008, el Partido de los Ciudadanos está en una situación límite. Haría falta un milagro para que su esfuerzo perdurara y diera fruto.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿puede la burguesía mantener aherrojada indefinidamente a la comunidad de lengua española de Cataluña, siendo así que es la más numerosa de las dos existentes en esta Autonomía y siendo así que España es una democracia constituida en Estado de derecho?

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