Federico en el banquillo: ¿insultos o calumnia?

No cabe duda de que Federico Jiménez Losantos es un luchador nato y que, como los toros bravos, se crece con el castigo. Tal vez por eso debería tener en cuenta que ni en los tiempos que vivimos ni en la democracia que padecemos hay espacio para los gestos heroicos, para los desplantes toreros y para los alardes suicidas. La democracia es el reino de la mediocridad y, en consecuencia, de la monotonía alumbrada por masas de seres mediocres. En ellos la heroicidad provoca indiferencia, hastío, a lo sumo alguna carcajada de desprecio.
Después de no pocas lecturas, Pájaro bobo sólo ha conseguido averiguar que el periodista/locutor ha sido condenado «por un delito de injurias graves contra el alcalde de Madrid, a quien acusó de querer «obviar» la investigación del 11-M con la finalidad de llegar al poder». El pobre pájaro lector sigue sin saber cuáles han sido los insultos proferidos por Jiménez Losantos contra Gallardón, habida cuenta que, en su opinión, acusar a alguien de querer «obviar» una investigación no es un insulto sino una acusación y, en el caso de que no existan pruebas, una calumnia.
Con ello pasamos del insulto a la calumnia y formulamos nuestra pregunta ingenua e intempestiva: ¿se han proferido insultos graves, injustificados y no probados o en ultima instancia todo se reduce a una calumnia urdida por Jiménez Losantos o contra Jiménez Losantos?
Doctores tiene la Iglesia.

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