Aviso urgente: Se necesita ministro de Asuntos Exteriores con idiomas

La cumbre de los G-20, más aquelarre visto y no visto que gran acontecimiento político, ha puesto de manifiesto, en términos dramáticos, carencias de nuestra patria que conocíamos y que, ingenuamente, dábamos por superadas.

La ignorancia de Zapatero, combinada con sus trapisondas y otras artes de mala ley, nos ha llevado a sentir vergüenza y a preguntarnos cómo es posible que semejante sujeto represente a España y a los españoles en el extranjero.

Otro tanto cabe decir, con pocos atenuantes, de Miguel Ángel Moratinos, teórico, sólo teórico, ministro de Asuntos Exteriores. En la práctica, el cargo está vacante, pues, al menos para este observador,  el mencionado es un cero a la izquierda. Al examinar su blog, observamos  que, a pesar de sus dos títulos universitarios,  el tal Miguel Ángel  Moratinos Cuyaubé está muy poco por encima del graduado escolar en redacción y lógica del lenguaje. Por lo pronto, no sabe que el sujeto nunca, nunca, nunca debe separarse de su verbo con una coma. Ni en español ni en ninguna otra lengua del mundo, por una razón que tiene que ver no sólo con la lógica del lenguaje y la lengua sino también y ante todo con la percepción/comprensión humana de la realidad. Después de eso, ya no nos atrevemos  a preguntar qué idiomas conoce nuestro ministro de Asuntos Exteriores, pues el hecho visto y comprobado es que ni siquiera conoce suficientemente el suyo.

Si Pájaro bobo tuviera atribuciones para ello ficharía inmediatamente a hombres como Javier Solana, Joaquín Almunia y Jaime Mayor Oreja, convencido de que con ellos podría organizar debidamente  el Departamento de Asuntos Exteriores y desarrollar la política que España merece y necesita.

Una de las primeras cosas que haría en ese supuesto sería elaborar un proyecto para que España ingresara  en el grupo de los ocho o en el grupo de los veinte siguiendo los cauces legales establecidos y dejando a un lado esos  chanchullos y esas martingalas que tanto gustan a nuestro impresentable jefe de Gobierno.

Y, a propósito, seguimos sin saber qué prometió Zapatero a Sarkozy. Sabemos que puso alma y cuerpo a disposición del francés. Lo que no sabemos es qué eligió el francés, y, tampoco, cuándo se realizará la operación/transacción. De lo que  podemos y debemos estar seguros es de que el agraciado no va a dejar tranquilo al desgraciado hasta que se cobre el precio y la presa.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿en qué consistirá esta vez la kindersorpresa de Zapatero?

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