¿Descentralización o desvertebración?

Pájaro bobo entiende  que, en una  situación racional y razonable, la descentralización del Estado  tiene por objeto  la reorganización de su máquina o aparato administrativo en aras de la operatividad y la eficacia.  Se trata, si se quiere, de una mejora funcional de los servicios sociales en su sentido más amplio y cabal.

Es evidente que se  puede descentralizar el Estado, su máquina o aparato administrativo,  pero ¿se puede descentralizar la nación, su elemento humano?

En la práctica, y a la vista de nuestra amarga experiencia, eso ha sido un subterfugio, una añagaza, una trampa infame.  Con el Estado de las Autonomías desaparece el concepto de nación y, junto a  él, el de pueblo como sujeto de la soberanía nacional.

De hecho,  la descentralización administrativa ha dado lugar a la  desvertebración de la nación como realidad política y social, habida cuenta que toda comunidad  humana provista de un territorio propio,  una administración propia y un parlamento propio puede decidir democráticamente, por sí misma,  su destino.  Ese es el fraude.

Pregunta ingenua e intempestiva:  ¿hay todavía fuerzas y recursos   para impedir la destrucción de España como nación?

En cualquier caso, para ello es necesario que el concepto de subsidiariedad (operatividad) esté sometido siempre al de solidaridad (unidad).

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