UPyD, única formación democrática y española en el Estado de las Autonomías
En la actualidad, tanto el funcionamiento de la Unión Europea en cuanto organización supraestatal como el funcionamiento interno de España, más allá de su condición de Estado miembro, se rigen por dos principios que corresponden a sendos niveles de actuación: el principio de solidaridad, que actúa de acuerdo con un eje vertical, y el principio de subsidiaridad o, si se prefiere, subsidiareidad, que actúa de acuerdo con un plano horizontal. Arrriba están las instancias comunitarias; abajo, los Estados miembro.
Las instancias comunitarias velan por el correcto funcionamiento de la organización en su conjunto, o sea, entendida como un organismo único, y las naciones o Estados miembro se cuidan de sus respectivas parcelas.
Parece ser que, en su momento, los políticos españoles quisieron copiar el modelo biaxial europeo creando el llamado Estado de las Autonomías (¿Estado autonómico?), pero el hecho es que se cargaron el invento.
Ahora, las Comunidades Autónomas, obra y hechura de la nación española, están a punto de devorarla. La solidaridad estatal no es correspondida con una subsidiaridad leal por parte de ellas. Varias, las más insolidarias y las más subsidiarias, no sólo pretenden utilizar los recursos que reciben para acceder a la condición de Estados soberanos sino que además han contagiado a otras, si es que no les han dado y no les dan instrucciones expresas sobre el camino a seguir para acceder a la independencia. En cualquier caso, en esas están.
Ante este panorama, UPyD es hoy la única formación política, no partido, que prima por encima de todo el principio de solidaridad; lo que nos une y, al unirnos, hace que seamos a la vez un pueblo y una nación.
Tanto eso como el hecho de haber nacido abajo, por generación espontánea, y estar creciendo de abajo arriba, sin una de esas superestructuras a la vez políticas, burocráticas y financieras que han convertido nuestros partidos políticos, grandes y pequeños, en proyectos de ingeniería social, hacen de UPyD la única formación política auténticamente democrática, Aquí no hay más dinero que la calderilla que aportan sus miembros ni hay más estructura que la que estos van construyendo día a día.
Ante este panorama, con un Partido de los Ciudadanos a punto de morir reventado por los agentes del separatismo burgués instalados en su seno, UPyD queda como la única formación que, en estos momentos, lucha abiertamente contra las fuerzas centrífugas amparadas bajo el principio de subsidiaridad en un Estado de las Autonomías abiertamente antidemocrático por insolidario.
Pregunta ungenua e intempestiva: ¿qué otra cosa puede y debe pensarse de un Estado que financia consciente y deliberadamente su propia destrucción entregando dinero de España y de los españoles a quienes se han conjurado con ese único fin?