The Economist: cuando mañana sea hoy
The Economist, publicación periódica de consulta obligada para escépticos y descreídos, dedica en su último número (24-30, o1, 2009) una corta y densa reseña a la situación económica de España en la actualidad y en un futuro inmediato.
Citando fuentes presuntamente documentadas y solventes –desde un ministro de Economía hasta un sindicalista regional, pasando por nuestro dadivoso jefe de Gobierno—, The Economist señala que, de acuerdo con la situación actual y la derrota balizada por los indicadores económicos domésticos y supradomésticos (chivatos), la nave española se dirige a toda máquina —¡es un decir!—, no a un puerto bien situado y bien abrigado, sino a un malecón, nunca dársena, habilitado como dique seco, donde está previsto que, nada más atracar, deje más de cuatro millones de obreros en paro.
Pero, según la mencionada publicación, lo peor está aún por llegar y muy probablemente llegará, pues el gobierno, ignorando las inexorables leyes del mercado, ha optado por una línea que, lejos de dinamizar la economía real y realmente productiva, la grava y agrava en beneficio de una política social pseudosocialista basada en la subvención del paro. Con ello, Zapatero pretende fidelizar el voto masivo de los que no tienen trabajo, medida que conduce a una situación no sólo gravísima sino incluso aberrante si tenemos en cuenta, aunque sea sólo a título de ejemplo, que en estos precisos momentos varias decenas de empresarios agrícolas españoles se dirigen a Marruecos para contratar en origen miles de recolectores de fresas.
Alguien puede ver ahí un exponente de las contradicciones internas del capitalismo denunciadas por Marx, pero habría que añadir que, si esas contradicciones existen, lo procedente es tratar de limarlas o eliminarlas, no agrandarlas con políticas de incentivación del paro (mediante subvenciones a fondo perdido, sin contraprestación) y penalización del trabajo y los trabajadores reales.
En esas circunstancias, y en las que nos esperan, con un Partido Socialista en manos de un impostor y un Partido Popular sumido en una destructiva guerra de intrigas, Pájaro bobo apuesta por UPyD como formación defensora de una política nacional constructiva, integradora y realmente democrática tanto en tiempos de vacas gordas como en tiempos de vacas flacas, tanto durante las campañas electorales como el día después de las elecciones.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿estará UPyD a la altura de las circunstancias y responderá adecuadamente tanto a las ilusiones de los españoles como a sus necesidades cuando llegue su hora o, lo que es igual, cuando mañana sea hoy?
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