De Ciudadanos a UPyD y más allá
El Partido de los Ciudadanos, implantado básicamente en Cataluña, sufre en estos momentos la crisis más grave de cuantas han jalonado su corta vida. Crisis humana y crisis ideológica o, si se prefiere, crisis de personas y crisis de ideas.
Desde hace tiempo, sectores vinculados a los diputados autonómicos Robles y Domingo venían mostrando su desacuerdo con la línea programática impulsada/impuesta por Albert Rivera, atrincherado en la presidencia de la formación y protegido por una cohorte de seguidores creada expresamente para controlar la dirección y con ella el partido en su conjunto.
Desde esa posición, Albert Rivera, hombre ambicioso capaz de sorprender a cualquiera con su capacidad de maniobra e intriga, ha intentado mantener a raya tanto a Robles como a Domingo, con sus respectivos grupos de adictos, para gobernar el partido en solitario o, al menos, aparentemente en solitario.
La actual situación interna de Ciudadanos puede entenderse, pues, como un fracaso del proyecto-conjura de Rivera, tanto más cuanto que las bases han venido pidiendo con insistencia la unión, en la forma que fuere, con las fuerzas de Rosa. Y, de hecho, muchos ciudadanos se han pasado ya a esta formación por su cuenta y riesgo.
En la operación Libertas, urdida por el astuto y desleal Rivera, puede verse tanto una traición a las bases y sus líderes naturales como un intento de infundir nueva savia, especialmente dineraria, a un partido abocado, por un lado, a la fagocitación a manos de UPyD y, por otro, a la desnaturalización a manos de los agentes catalanistas instalados en su interior.
Cabe pensar que, al tramar la operación Libertas, Rivera no está solo, pues se trata de una operación a la vez audaz y ambiciosa. Al Insomne no acaba de entrarle en la cabeza que ese grumete sea el único o principal interlocutor de Miguel Durán, vidente de la ONCE y televidente de la Cinco, del polifacético y dinámico empresario irlandés Declan Ganley y del viejo sindicalista polaco Lech Walesa. Para todo eso le faltan, como mínimo, tablas.
El Partido de los Ciudadanos se encuentra ahora ante dos frentes: sus bases, ayer comandadas por los cómitres Robles y Domingo, abandonan la nave en masa y, mientras tanto, el grumete Rivera no ha conseguido firmar el contrato de su próxima joint venture con sus nuevos socios, tres hombres avezados en las luchas de la política y sus ocultas ramificaciones.
Mientras tanto, agentes del catalanismo militante, disfrazados de calafates, están desguazando el maltrecho casco de la nave, de modo que, si sale de esta, a la nave de los Ciudadanos no la reconocerán ni sus padres intelectuales, los sirgadores de Sant Gervasi, conocidos socialmente como old Timers de Bocaccio y figurantes agradecidos de la barcelonesa izquierda de armiño.
Ahora falta ver cómo y dónde acomoda UPyD a los nuevos afiliados: galeotes, calafates y falsos calafates. Nos referimos naturalmente a Cataluña, donde Ciudadanos concentraba hasta ahora su actividad y donde UPyD está intentando consolidar su posición. Será su primera gran prueba. En opinión del Insomne, si quiere tener éxito en su empeño tendrá que procurarse una estructura y unos medios materiales que, por lo que él sabe y entiende, ahora no posee.
Si un partido de raíz seminal democrática como UPyD lo tiene difícil en todas partes, posiblemente lo tenga aún más difícil en la Cataluña actual dominada por especialistas en la política de la puta i la Ramoneta y en la táctica del peix al cobe.
En cualquier caso, a la larga los problemas de UPyD serán, probablemente, los problemas de Ciudadanos, problemas que ahora amenazan con destruir esta formación y/o desnaturalizarla.
No obstante, lo que cuenta es que en Cataluña hay y seguirá habiendo una comunidad de lengua española que reclama y reclamará el espacio social y político que le corresponde. Y no cabe duda de que lo tendrá tarde o temprano, pues la dictadura implantada en esta región española por la minoría de lengua catalana constituye un atentado inadmisible a la democracia y al sentido común en pleno siglo XXI.
Como dice hoy mismo Fernando Blázquez en el blog Ágora socialista: «No, si fuerza ya tenemos, lo que pasa es que no nos atrevemos a utilizarla».
Pregunta a los cuatro vientos: ¿no es cierto que en democracia la fuerza la dan los votantes y que en Cataluña la comunidad de lengua españolae es mayoritaria?
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