Artículos del día 21 de julio de 2009

El catalán, lengua minoritaria

Por mucho que se empeñen las fuerzas vivas del catalanismo,  el catalán es una lengua minoritaria y, de acuerdo con esta premisa,  sus posibilidades de implantación y expansión, aunque sea por vía coercitiva, son y serán  siempre limitadas.

Para el individuo, pertenecer a una cultura con una lengua minoritaria es casi siempre un handicap o, más exactamente, una  grave  limitación social y profesional,  algo que las autoridades catalanas tratan de ocultar, paliar e incluso compensar con   beneficios e incentivos.

Aunque se considere catalanohblantes a los siete millones y medio  de habitantes que, aproximadamente, tiene ahora  Cataluña y se pretenda garantizar un trabajo estable  a todo aquel que hable catalán, la realidad terminará imponiéndose y tirando por tierra esos y otros postulados difundidos por las autoridades de esta Comunidad Autónoma.

Como nos demuestra la historia, las situaciones sociales impuestas por decreto son insostenibles a la corta o a la larga,  pues no hay fuerza humana capaz de  contener indefinidamente el curso  de los acontecimientos y la evolución natural   de la sociedad.

Las personas deberían procurar ser conscientes de las consecuencias de experimentos de ingeniería social como el que   está llevando a cabo la Generalidad de Cataluña.

Las generaciones futuras sufrirán de lleno las consecuencias de medidas  coercitivas tan irracionales como nocivas.

Aunque no sabemos exactamente cómo terminará  ese experimento de ingeniería social, podemos asegurar que de él no saldrá nada bueno ni para el individuo ni para  la sociedad, pues no respeta ni los derechos de la persona ni las leyes de convivencia que presiden las relaciones sociales.

De momento sabemos que las autoridades catalanas intentan cortar por todos los medios las relaciones de los escolares y los estudiantes de esta región con los del  resto de España, primando a toda costa y por encima de todo sus  rasgos diferenciales.

Pregunta a los cuatro vientos:  ¿cómo es posible tanta estrechez de miras y tanta cerrazón en pleno siglo XXI, el siglo de la globalización?