Reconciliación en la sociedad gastronómica
Si estuviera en su mano, el Insomne invitaría a los dos amigos vascos, en plan sorpresa, a cenar en una de esas sociedades gastronómicas que aún siguen a salvo de las herriko tabernas y los trabucaires de Eta en las tierras del Norte, desde la costa de Castro Urdiales hasta la Isla de los Faisanes.
Una vez los dos hubieran dejado felices y contentas sus andorgas hasta la linde del bajo vientre y los espíritus del alcohol hubieran inspirado sus cabezas y aclarado sus voces, les dejaría que se pusieran a berrear.
¿Haría falta motivarlos?
En cualquier caso, entonces se vería cuál de los dos berreaba más fuerte y más alto, cuál de los dos desentonaba más y mejor y cuál de los dos era más tozudo o, si se quiere, más vasco.
Pregunta a los cuatro vientos: ¿alguien cree sinceramente que las diferencias ideológicas o metafísicas de los dos amigos resistirían la prueba de una buena mesa a la vasca y una sobremesa con dueto/duelo a finis?