Para Enric Juliana, lagarto con nombre de mujer
Hace ahora como treinta y cinco años, el Insomne denunció la conjura urdida y tramada por la burguesía catalana –primero, nacional; después, nacionalista– para hacer de Cataluña un Estado soberano y de España una babel de tribus y territorios que, tras ser despojados de su estructura histórica, a la vez política y cultural, podían/debían ser colonizados y catalanizados.
Desde entonces, aunque ha cambiado de residencia, el Insomne vive y sobrevive en su búnker de pladur, búnker virtual, con toda la dignidad y toda la entereza que le permiten su orgullo y su conciencia patriótica, una conciencia patriótica con pulso y vibración de Ángel Ganivet, granadino de la hanseática Riga, y Miguel de Unamuno, vasco de la siempre castellana Salmántica.
El Insomne se tiene por ibero del Roncal pero sueña constantemente con Kakania, decimonónico imperio danubiano.
Dejà-vu?
Es cierto que carece de libertad de acción y expresión, pero como, siguiendo el consejo del maestro Hegel, camina sobre la cabeza, unas veces no es reconocido y otras es tomado por loco.
En cualquier caso, dicho y escrito: un malparit!
Pero parece ser que, tras el aldabonazo belga, ciertos representantes de la España profunda y sus regiones han recibido orden tajante de poner fin a la conjura de las burguesías periféricas.
Y así las cosas, últimamente ha empezado a hablarse en público de una gran coalición a la alemana.
El Insomne, que conoció y vivió die grosse Coalition, viene anunciando su llegada a estas tierras desde hace décadas, tantas como lleva en situación de muerte civil.
En su opinión, una primera medida del nuevo orden podría/debería consistir en alejar del ministerio de Indefensa a la fiera corrupia que avala y, al avalarlos, promueve esos referendums independentistas conocidos en esta página como escenificacions dels quatre gats.
Una segunda medida podría consistir –siempre en opinión del Insomne– en procesar, juntos y por separado, a los responsables del concierto de música catalana Tot per a nosaltres, desde el timbaler hasta el director de orquesta, pasando por los miembros vitalicios del Sanedrín y los jerarcas de la Tarraconense, provincia cismática, no católica .
Por todo ello, el Insomne confía que pronto su nombre –Ramón Ibero– desaparecerá de las listas negras elaboradas por los Servicios de Inteligencia de la Generalidad.
Pregunta a los cuatro vientos: ¿debe ser miembro de la Real Academia Española alguien que, sentimientos aparte, no conoce debidamente nuestra lengua?
Contesta, Pere de la cullera…