Artículos de mayo de 2011

En vísperas del 2 de mayo: el puto amo de Guardiola

Tengo a Guardiola por un elemento hábil en el campo de fútbol catalán y sus aledaños, desde La Masía hasta la Generalidad. Hábil y con retranca, comedido en sus palabras y sobre todo en sus mensajes, mensajes en los que, a buen seguro siguiendo la voz imperceptible/perceptible  de su  santo amo, sabe verter veneno pujoliano en precisas diócesis.

Lenguaje de la puta i la Ramoneta. Marca de la casa.

Confieso que, aun así, no supe a quién se refería el susodicho  cuando habló del «puto amo».  El gran estratega del fútbol y el futbolín catalanes   me había cogido fuera de juego.

Para un ibero que como yo lleva más de veinticinco años en situación de muerte civil no  saber quién es el puto amo es tanto como no saber quién le ha privado de sus derechos constitucionales  y le oprime a diario  con saña y alevosía. Saña y alevosía púnicas.

Triste, tristísimo.

La muerte civil es una especie de muerte diaria. Suerte que uno tiene pelotas y sobre todo imaginación.

La  imaginación, cuando se tiene y está viva, permite al interfecto volar y ser libre, sea quien sea  el puto amo, y no conocer al puto amo te proporciona la gran ventaja psicológica y moral de que no le odias, pues, como está escrito, nadie odia a quien  no conoce.

Ejemplo.

Vas por la calle y de pronto alguien te mira de soslayo.  Es el puto amo encarnado en uno de sus agentes/subalternos.  Tú no le/lo conoces, pero él te conoce y te reconoce.

Volviendo al fútbol y sus guerras,  ¿qué pasará si, siguiendo el ejemplo de la Chacona, Guardiola es nombrado, a un mismo tiempo, entrenador de la selección española y la selección catalana  por el puto amo?

Mañana, cuando amanezca, será 2 de mayo; un 2 de mayo sin 2 de mayo.

«Oigo, Patria, tu aflicción…»

 

 

El PSC como epítome de la sociedad catalana

Se puede entender, incluso admitir, que en el PSC coexisten dos almas,  dos almas desdichadas (zwei unglücklichen Seelen),  pero a mi modo de ver es necesario añadir inmediatamente que una de ellas corresponde al amo, el puto amo, y la otra corresponde al esclavo, el esclavo puteado.

Palabra de Hegel.

Aún no he perdido la esperanza  de que intelectuales de la talla de Francesc  de Carreras dejen de prestar oídos, aunque sea sólo por un momento, a la voz de su amo, el puto amo, y declaren públicamente que en Cataluña hay dos comunidades  sociolingüísticas: una comunidad opresora,  minoritaria y selecta, y una comunidad oprimida, mayoritaria y plebeya.

El PSC es epítome cabal de esa sociedad.

Palabra de esclavo.

Bin Laden: crimen de Estado y ajuste de cuentas

Yo, Ramón Ibero, condeno el asesinato de Osama bin Laden planificado y ejecutado por el Gobierno de los  Estados Unidos de América. A mi entender, ese asesinato es en el fondo un crimen de Estado y en la forma un ajuste de cuentas.

¿Dónde está la superioridad moral de la civilización occidental?

Fútbol: últimas consideraciones intempestivas

Primera:

El Madrid no tiene equipo para imponerse al Barcelona.

Segunda:

Mourinho no tiene ni táctica ni estrategia para imponerse a Guardiola.

Conclusión:

Barcelona es la capital del fútbol español.

Mal que me pese.

Cataluña: bilateralidad y soberanía

A mi modo de ver, la relación bilateral  España-Cataluña lleva implícito el reconocimiento de la soberanía de esta última, pues esa relación se establece y se desarrolla en un plano de igualdad, de Estado a Estado, y en solitario,  que es lo que se pretendía desde el  primer momento.

Fraude a la Constitución española teóricamente vigente, fraude al Estado de las Autonomías, fraude a todas y cada una de las demás Comunidades Autónomas, fraude a todos  los españoles con todos sus juristas, menos ellos y los suyos.

Lo nunca escrito: hecha la trampa, hecha la ley.

Zapatero y la mentira

¿Sabe Zapatero en qué consiste mentir?

¿Miente como un  bellaco Zapatero cuando dice que alguien miente como un bellaco?

No lo sé. Lo que sí sé o, al menos, creo saber es que Zapatero es un ignorante.

Para mí, su ignorancia, por contumaz, incluso invencible, remite a un control o, más exactamente, a una manipulación de la conciencia decididamente patológica.

Merced a ella, Zapatero consigue engañarse a sí mismo por partida doble, pues se convence de que él dice siempre  lo que piensa y de que son los demás los que se empeñan en mentir para engañarle.

Lo dicho, patológico.

Los jóvenes piden la palabra

Las plazas de toda España nos dicen  a voces que ha nacido un nuevo movimiento social, un movimiento prioritariamente juvenil. Ya tiene nombre, varios nombres, y, cómo no,  manifiesto. En él se dice, entre otras cosas:

«Somos personas normales y corrientes».  «No somos mercancía  en manos de políticos y banqueros». «Es necesaria una Revolución Ética».

Carta de presentación, seguida de una declaración de principios e intenciones. Estamos en el kilómetro cero.

Un movimiento abierta y rotundamente antiestablishment, saco en el que los muchachos meten gustosamente  los grandes partidos políticos, la banca e incluso los sindicatos.

Se salvan, al menos en parte, los partidos políticos pequeños y ciertas oenegés,  no todas.

Primero habrá que ver qué incidencia tiene el movimiento en las elecciones del próximo día 22. La pseudoizquierda de los Rubalcaba y los Zapatero ya ha realizado gestos y amagos para captar sus simpatías y hacerse con su goloso  voto, mientras que la derecha sigue sin saber qué carta jugar ante un fenómeno social de raíz popular y génesis aparentemente espontánea.

Pero como nosotros sabemos  que no hay generación espontánea,  nos inclinamos a descubrir  un antecedente social suyo en los  botellones de los últimos años y un valedor de su ideología en  el panfleto «Indignaos» de Stéphane Hessel.

Habrá que ver qué queda del movimiento, después de las elecciones del domingo,  cómo evoluciona y en qué cristaliza.  Todo ello en el supuesto de que sobreviva.

En cualquier caso,  uno diría que lo más sensato es tomar nota de que  gente joven de toda España ha pedido la palabra para formular sus  propuestas.

Propuestas que, téngase en cuenta, son quejas.

En líneas generales, no están de acuerdo con el actual estado de cosas  en lo político y lo social y piden que se adopten medidas inmediatas y concretas en aquello que los afecta directamente (trabajo, paro, vivienda, hipotecas, ley electoral, etc.). Son esencialmente pacíficos y cuentan con el apoyo moral de esa ciudadanía anónima, casi siempre silenciosa y silenciada, que con ellos forma el grueso de la sociedad civil.

 

 

Zapatero: herencia y herederos

Como no podía ser por menos, a Zapatero le llegó la hora.

Y se le heló la sonrisa.  ¿Para siempre?

Hay noches inolvidables y noches que uno desearía olvidar.

En cierto modo, el hombre se lo veía venir. Los problemas  fueron ganando en número y gravedad  con el peso del tiempo.

Una situación insostenible incluso para Zapatero, todo un maestro en la manipulación de personas y situaciones.

En el fondo le van situaciones políticas como la de la Tanca catalana e idiosincrasias humanas como las de Jordi Pujol y Roca Junyent.

Lo suyo es la intriga permanente.

Es probable que se mantenga fiel a sí mismo y trate de manipular la situación que le espera. Con los medios que le quedan.

Me inclino a pensar que el futuro interfecto intentará reservarse  la secretaría del Partido  para seguir controlando el aparato. Falta que lo consiga o, lo que aquí  es casi igual, le dejen.

Entre sus últimas voluntades veo:

1) Dejar la deuda del Estado y las Comunidades Autónomas a Elena  Salgado, ministra de Economía y Hacienda- No creo que a estas alturas el titular de Industria se deje embaucar y pida la palabra.

2) Los cinco millones de parados y menesterosos se los endosará, como es lógico,  a Valeriano Gómez, responsable de recursos humanos.

3)  La invasión de Libia, con todos sus gastos y todas sus  conjuras de alta política internacional, se la dejará en exclusiva a la Carmeta (Carme Chacón) para que vaya abriendo  boca y adquiriendo sentido de la complicidad, pues hay quien quiere hacer de ella  una futura jefa de  Gobierno de obediencia catalana.

Por lo demás, es posible, incluso probable, que Rubalcaba y la Carmeta, sus albaceas oficiales, se conviertan en sus enterradores de oficio.

 

Catalanismo, nacionalismo, independentismo, según Antonio Robles

Enhorabuena a Antonio Robles por su estudio del catalanismo o, si se prefiere, de cierto catalanismo, desde sus inicios (mediados del siglo XIX) en forma de fenómeno cultural retro de estirpe ilustrada y savia clerical hasta el momento actual, principios del siglo XXI, con su más que ambiciosa propuesta independentista, pasando por un movimiento político siempre minoritario y elitista, siempre alejado de las capas inferiores (e incultas) de la sociedad y, por eso mismo, ni popular ni democrático.

Comoquiera que el estudio –metódico y clarificador– responde a un eje diacrónico y diacrítico (histórico/desambiguador),  pienso que tal vez sería conveniente completarlo con otros ejecutados de acuerdo con un plano horizontal y   dedicados  específicamente a  la burguesía condal, protagonista indiscutible de ese avatar, y a la sociedad civil,  integrada hoy por dos comunidades sociolingüísticas –una comunidad minoritaria y opresora de lengua catalana y una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española–,  de acuerdo con  el modelo colonial, a pesar de todas sus peculiaridades y más allá de todo anacronismo.

En este contexto me permito recodar que, si en la segunda mitad del siglo XIX  Barcelona –la muy trágica y muy convulsa  ciudad de Barcelona– fue una de las capitales del anarquismo europeo, su primer proletariado industrial, nacido a partir de entonces, fue abiertamente anarconsindicalista y de lengua española (Solidaridad Catalana, FAI, CNT, UGT). Español fue asimismo el proletariado que, en levas sucesivas, se formó y se asentó en el cordón suburbial de Barcelona desde la década de los veinte hasta la década de los sesenta del siglo XX.

La burguesía local, conocedora de esa realidad social y consciente del peligro que ésta representa en todo momento para su estatus, sus privilegios e incluso su seguridad física, ha procurado mantenerse alejada de proletarios, sindicatos y sindicalistas y, cuando finalmente decida utilizar a unos y otros en su proyecto para disfrazarlo de nacionalismo, lo hará siempre por instancia/persona interpuesta; en este caso, la descastada casta de los prosélitos capitaneada en su momento por José Montilla.

En cualquier caso, con ese proyecto pseudonacionalista, esencialmente burgués y por ende elitista,  financiero y económico, se rompe la alianza de nuestras tres burguesías territoriales que había garantizado la unión  (¿unidad?) de España y sus pueblos durante la mayor parte de los dos últimos siglos: la burguesía castellana, la burguesía catalana y la burguesía vasca.

La burguesía castellana, de matriz y  estirpe feudales, estuvo formada inicialmente por familias allegadas a la Corte, miembros de la Administración del Estado, la jerarquía eclesiástica y el Ejército, mientras que las burguesías catalana y vasca surgieron con  la Revolución industrial.

La burguesía catalana es esencialmente mercantil  (y a buen seguro de ahí  le viene su nunca desmentido gusto por el trapicheo,  la sisa y las dobleces: doble lenguaje, doble juego, doble moral), en tanto que la burguesía vasca, nacida  al calor del hierro y los altos hornos, ha estado vinculada tradicionalmente a la industria metalúrgica.

Es evidente que si se ha roto ese pacto/alianza  y las hijas de la Revolución industrial exigen ahora plena autonomía para sus cuentas, sin menoscabo de privilegios de diversa índole basados, según sus valedores, en el derecho consuetudinario (Common Law),  ha sido sencillamente porque el centro ha perdido el cetro y ya no controla las periferias.

Al menos, en cierta medida. Al menos, eso parece.

A decir verdad, el proyecto de la burguesía catalana ha ido ganando en ambición y osadía con el paso del tiempo, pasando del victimismo al enfrentamiento y la provocación, todo ello calculado,  y hoy va muchísimo más allá de la soberanía o la independencia, pues prevé tomar el relevo de la burguesía castellana y, en última instancia,  asumir en solitario  –sí, en solitario–, el control y la dirección de España como entidad política y espacio económico, entidad y espacio que quedarán sometidos a un  ordenamiento aún por concretar pero siempre bajo dirección catalana y catalanista.

De momento ahí está ya Carme Chacón al frente del Ministerio de Defensa. Su primera intervención ha consistido en establecer las condiciones necesarias para que los muchachos convergentes se sintieran cómodos y pudieran organizar tranquilamente sus referendums por la independencia de Cataluña a modo de happenings/performances festivos con la seguridad de que en ningún supuesto se adoptarían las medidas previstas en la Constitución para esos casos.

Nada de números y numeritos de la Guardia Civil.  Sólo mozos de escuadra. Este es su territorio.

Y así fue.

En ese momento histórico, Jordi Pujol, ayer español por un año,  nos confesó el gran secreto de su doble vida: «Ahora, sí, ahora ya soy independentista».

Para mí es evidente que por su boca hablaba, con voz de  conjura y de conjuro,  la burguesía condal más taimada y oportunista.

Y, a propósito, ¿qué papel  desempeña  y qué papel  no desempeña en este drama con  visos de Untergang nuestro jefe de Gobierno?

¿O es que acaso estamos, como yo me temo, ante un Gobierno sin jefe y un jefe sin Gobierno?

(Solución en una próxima entrega).

 

 

 

ABC, ¿diario español para españoles?

Dada mi condición/situación  geográfica de periférico, en otros  tiempos acostumbraba a leer  el ABC,   diario español para todos los españoles,  en busca de aliento  para el corazón y la cabeza.

Pero, por lo visto y no visto, por lo leído y no leído, ahí también ha llegado la ola catalanoseparatista.

Si quiere saber  usted por qué lo digo, por favor, intente leer   y, si puede, lea la tercera de hoy, domingo, 29 de mayo de 2011,  que Eugenio (¡bien nacido y ben parit!) Trías  dedica al pensamiento de Joan Maragall.

Eugenio Trías se tiene por filósofo, pero yo le tengo por subalterno; subalterno, mensajero y agente.

Malparit?

El caso es que, tras leer la hodierna tercera  de ABC,  he sentido    que se me revolucionaba la cabeza y he gritado como proscrito, nunca esclavo:

«¡Me cago en la madre que me parió!»

Malparit!