Cataluña como proyecto burgués: táctica y estrategia
En términos de racionalidad económica y política me resulta difícil imaginar un ordenamiento territorial para España y sus regiones peor que el Estado de las autonomías.
Siempre he creído que su creación/implantación fue ante todo una concesión graciosa, no gratuita, al separatismo periférico. En especial, al catalán.
Para la burguesía catalana, representante única y omnímoda de una sociedad civil con dos comunidades lingüísticas y, por lo tanto, también políticas, el sistema autonómico fue, es y será hasta el día D la rampa de lanzamiento y acceso a la soberanía nacional.
El Estado español financia el proyecto y ella –la burguesía catalana– lo dirige, fijando condiciones y formulando exigencias sobre la marcha.
Conjura burguesa impulsada por el Partido Único de Cataluña (PUC) y liderada por Jordi Pujol.
(El homenot ha confesado recientemente que lleva algo así como sesenta y cinco años i la torna intrigando, trajinando –de cintura para arriba– y esbrinant por y para la causa; o sea, desde poco después de visitar el Berlín nacionalsocialista como alumno de la Deutsche Schule de Barcelona).
Hoja de ruta y organigrama de una administración estatal completa. Con representación en la ONU, por supuesto.
El objetivo último –¿siempre imposible?– se llama independencia de Cataluña y dependencia de España.
La Tanca catalana como modelo único, necesario y suficiente. Senda y meta, táctica y estrategia.
Política de la puta i la Ramoneta en vivo y en directo, con atrezzo democrático para invidentes.
De acuerdo con el modelo israelí, el pueblo elegido y la tierra prometida.
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