Trilema electoral: PSC, PP o gobierno de tecnócratas

A mi modo de ver y entender, un español  de izquierdas que viva en Cataluña puede votar al PSC el 20-N y de hecho habrá quien lo haga. No importa que el PSC sea un partido separatista y, por eso mismo, doblemente traidor: traidor a España y traidor a su clase trabajadora por activa y por pasiva.

Ahí está Carme Chacón –la Carme de Roures, no la Carmen  de Mérimée– dispuesta a  explicarnos la película de la jornada  y su continuación a partir del día siguiente.  En esencia se trata de rentabilizar la derrota del PSOE para  hacerse con el control de su aparato  y preparar el terreno a un jefe de gobierno catalán y separatista. A Chacón  y los suyos les consta que  Zapatero está en la labor y por la labor, pues los proyectos de ella y de él apuntan  en la misma dirección: conseguir a toda costa que el actual régimen democrático entronque/reentronque con la segunda República a través de  la ley de  memoria histórica y, acto seguido, dar el salto a la tercera República y el Estado federal.

¿Fin de la historia de España?

No lo sé. Lo que sí sé es que, en el plano estratégico,  la traición de Zapatero  coincide con la traición de los separatistas catalanes.

Para mí, lo escrito hasta aquí significa que,  en  esta ocasión, los españoles de Cataluña conscientes de la situación actual de España y sus peligros deben votar al PP. No sólo para que gane sino también, y en la misma medida, para que obtenga una mayoría tan amplia que pueda gobernar en solitario, sin complejos democraticoides ni ayudas desleales.

Siempre  desleales.

Como el problema actual de España es ante todo y sobre todo  económico, creo que el PP puede resolverlo. La solución consiste  nada más y nada menos que en restablecer el equilibrio de las cuentas del Estado. Si el PP  lo hace, nos demostrará, entre otras cosas, que la situación actual es esencialmente fruto de una mala gestión  y que defender el Estado del bienestar no consiste en lanzar proclamas populistas  sino en tener y mantener desde el principio, a toda costa,  una  economía saneada.

Por lo que sé,  la izquierda, cuando sube al poder y  se deslegitima,  se deslegitima siempre o casi siempre por su falta de sentido  realista de la sociedad y sus problemas.Y aquí sentido realista significa  sentido económico de la realidad.

De paso, eso hace que el futuro de la humanidad visto en lontananza con los ojos de la razón pura  no sea una utopía sino una quimera.

En cambio, el capitalismo practicado actualmente por los partidos de derechas es, mal que me pese,  realista y operativo o, si se quiere,   natural;  tan natural como la lucha por la supervivencia que preside nuestra realidad individual y social.

Pero, si fracasa el socialismo con su inoperancia y si fracasa el capitalismo,  siempre especulador  y ahora más que nunca especulativo, cabe la posibilidad de que la Alemania merkeliana del Viertes Reich (Cuarto Imperio)  nos ponga e imponga un equipo de comisarios económicos  con el nombre de gobierno de tecnócratas. De momento convendría saber que eso a lo que ahora  llaman rescate es en realidad una intervención preventiva y que  la prima de riesgo debe contabilizarse como una penalización por insolvencia.

En cualquier caso, si llega a ser así y Alemania culmina su nueva expansión, tal vez alguien diga: «No hay  mal que por bien no venga».

Nota

Como, dada mi edad, no me queda tiempo para romanticismos, no pienso votar a UPyD, formación a la que deseo muchos éxitos.

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