Andalucía: elecciones sin elección

Puede decirse que en las pasadas elecciones andaluzas  los dos pequeños grandes  partidos perdieron y ganaron. Quien lo desee puede afirmar que el PP ganó sobre el papel y perdió en las arenas  de la  aritmética parlamentaria. Sensu contrario, quien lo desee puede afirmar que, gracias a la  misma aritmética y su regla del tres,  el poder político de esta comunidad parodependiente crónica, ni autónoma ni  autonómica,  sigue en manos de una izquierda con cara  frentepopulista.

Estamos en Andalucía, límite meridional de Europa y  la Unión Europea.

Aquí terminó la Reconquista, a la que yo tengo por nuestra primera y gran  guerra de la Independencia.  Ochocientos años combatiendo. 1492 marca la fundación de España como nación moderna y por eso mismo  marca también  el principio de la fundación  de  la Europa de las Naciones,

Pero seguimos en la Andalucía de los olivares y los secarrales; de   los peones y las peonadas.  30 por ciento de paro, y subiendo.

La Andalucía gitana y mora que cantó García Lorca, la misma Andalucía que lloró Ángel Ganivet, granadino de la hanseática Riga.

Me gustaría que se hiciera un  estudio sobre la incidencia del paro en el colectivo de los peones andaluces como subclase  apresada  en uno de los niveles inferiores  de la sociedad, el nivel de  subsistencia, seguido de otro estudio sobre la burguesía catalana  como clase social acaparadora de  cargos, sueldos y prebendas de la Generalidad  y sus innumerables ramificaciones, desde el Òmnium Cultural hasta la embajada de Cataluña en Rabat, al otro lado de  un Estrecho cada vez más estrecho.

¿Quién dice que no hay moros en la costa?

 

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