Monago: jarabe extremeño para combatir el separatismo catalán

Probablemente una de las peores cosas que un español puede hacer en estos momentos es entrar en el juego  del separatismo catalán. De acuerdo con mis conocimientos y mis experiencias, en el campo de la intriga y la conjura  esos separatistas son prácticamente irreductibles y por lo tanto invencibles.

Siempre conservan la compostura, la sangre fría, el control de la situación y,  claro está, el dominio de sí mismos.

Curiosamente, ellos nunca pronuncian palabras como traición y traidor, cobardía y cobarde,  falsedad y falso, felonía y felón, perfidia y pérfido, delación y delator. Que yo sepa, llegan  hasta pactismo y pactista, pero se detienen antes de pronunciar vocablos tan ominosos para ellos como  complicidad y cómplice, colaboracionismo y sus derivados, a pesar de ser referentes cardinales de su historia inmediata.

Uno de los delitos más graves que puede cometer un catalán a los ojos de sus compatriotas es denunciar a un catalán por catalán (catalanista) ante un no catalán. En nuestra guerra civil y, después de ella, en nuestra doble y larguísima posguerra fueron bastantes los que lo cometieron. En Sabadell, yo conocí dos de esos, uno de camisa azul y otro de sotana.

En cualquier caso, es un delito que ni prescribe ni se perdona, pero sobre todo es un delito que estigmatiza y excluye de por vida al delincuente, mientras que la intriga y la conjura son actividades   patrióticas que perduran y, al perdurar, mantienen vivo el sentimiento de pertenencia que, envuelto en una muy mediterránea  omertà,  es percibido como conciencia de pueblo elegido y, por eso mismo, perseguido. Siempre de acuerdo con el modelo bíblico.

Evidentemente, para un español de la Meseta o más allá no es fácil convivir con semejante prole, máxime habida cuenta que ésta no sólo se empeña en estar a un mismo tiempo dentro de España y fuera de España sino que además  exige plena libertad para hacer en todo momento lo que le venga en gana y dictar/imponer a los españoles lo que deben y lo que no deben hacer.

Lo dicho. No es fácil convivir.

En cualquier caso, tal vez sea bueno recordar y de manera especial tener presente en todo momento que el separatista catalán miente incluso cuando dice (formalmente) la verdad. ¿Por qué? Pues, sencillamente, porque su intención es siempre, siempre, engañar.

Por la vía del engaño se proponen los separatistas  llegar a esa forma de independencia que ve y prevé una Cataluña soberana encaramada a una España dividida, sojuzgada y manipulada desde dentro y desde fuera por no españoles.

Ellos y sólo ellos.

De momento  nos han enseñado y demostrado que, efectivamente,  la parte puede ser más que el todo y cómo conseguirlo.

Ejemplos. El PSC no sólo forma parte del PSOE sino también, a través de él, de España y, llegado el caso, de su Gobierno, el Gobierno de España, pero el PSOE no forma parte del PSC ni tiene acceso franco y directo a la Generalidad y demás instancias de la administración catalana.

Con esa fórmula, que ahora están ensayando con el tándem PPC/Convergència–PP, pretenden ir ganando terreno hasta que llegue el momento de abordar la operación definitiva y final. Entonces, según ellos,  Cataluña, la parte, dominará España, que ya no será el todo ni tendrá soberanía sobre Cataluña.

Ante semejante panorama, las recientes palabras de Monago en contestación a unas declaraciones-trampa del taimado Trías son música para mis oídos de extremeño y español irreductible.

Así, pues, a mandar.

 

 

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