Artículos de octubre de 2012

Cataluña: fraude y expolio

Los separatistas hablan de expolio de Cataluña por parte de España,  cuando en realidad esos separatistas están consiguiendo  que  España financie  la independencia de Cataluña mediante la «política de la puta y la Ramoneta». En mi opinión, eso es a la vez fraude y espolio.

Cataluña, radiografía de una traición

A mediados de los años ochenta de ese siglo que ya es historia elaboré un cuadro de la situación sociopolítica de España en su conjunto y de Cataluña en particular, lo plasmé en un escrito de seis folios y se lo envié a un amigo, que, después de leerlo y darlo a leer a personas de su entorno, me contestó: “Si te lo publican, tendrás que marchar de Cataluña”.

El artículo se titulaba Cataluña, radiografía de una traición y empezaba diciendo: “Hay una conjura para destruir España”.

Evidentemente, el artículo no se publicó, pero me consta que circuló en determinados ambientes y algunas de sus ideas fueron aflorando de manera dispersa, a lo largo de los años,  en la prensa nacional. Es cierto que no abandoné Cataluña, pero también lo es que desde entonces vivo en situación de muerte civil.

La primera providencia de mis benefactores fue expulsarme del mundo laboral e intelectual, y, aunque no sé cuál será su próximo obsequio,  de momento llevo más  de treinta años despojado de mis derechos cívicos y además espiado, perseguido y marginado. No han conseguido destruir mi matrimonio y mi familia, pero lo han intentado y lo siguen intentando con los medios a su alcance, en especial con la difamación, que, impulsada por la intriga, constittuye una de sus armas predilectas. Ramón Ibero no existe ni como persona ni como ninguna otra cosa. Ese nombre no se pronuncia.

Pero, ¿qué decía el artículo o en qué consistía la conjura que denunciaba?

Antes de contestar a esa doble pregunta quiero explicar que, justamente por la misma época, cuando en el norte de España los trabucaires etarras  montaban sus belicosas algaradas,  publiqué en el Diario de Sabadell un texto en el que ponía ficticiamente en boca de un político catalán: “Aquí no habrá guerra de las banderas, seguiremos adelante con nuestra política de la puta i la Ramoneta”.

Había nacido a efectos públicos el término política de la puta i la Ramoneta, que en aquellos momentos definí como una variante de la Realpolitik alemana y en concreto como una manera genuinamente casolana  de hacer política dentro de la línea del juego a dos bandas.

Mientras tanto, la burguesia catalana, secundada por el clero regional y dirigida por Jordi Pujol y Pasqual Maragall, había puesto en marcha un plan para apoderarse de todas las instituciones públicas de Cataluña, como ya se había apoderado de todos los partidos políticos, incluido el Parlamento, con objeto de que, desde el primer momento,  aquí la política la hicieran los catalanes, sólo los catalanes, para los catalanes y los no catalanes.

Para mí estaba meridianamente claro que la burguesía catalana había estado tramando la toma del poder desde los tiempos del franquismo y desde dentro de él en espera de su hora, y su hora había llegado.

Precisamente ese plan, como conjura llevada a sus últimas consecuencias, era lo que yo denunciaba en mi artículo.

De hecho, los partidos políticos catalanes formaron siempre un solo partido, y, si en la superficie éste adoptaba diferentes nombres y asumía diferentes credos ideológicos e incluso predicaba diferentes mensajes sociales, era únicamente como trampantojo destinado a cubrir los requisitos de una democracia formal y al mismo tiempo cerrrar el paso a la comunidad de lengua española, cuya presencia en la vida pública y la actividad política, controlada implacablemente, desde dentro y desde fuera, por agentes del catalanismo militante, había que ir ahogando de manera sistemática hasta conseguir su estrangulamiento definitivo y total.

En aquellos momentos, la tarea más urgente era impedir por todos los medios que esa comunidad lingüística cobrara conciencia de su identidad y, a través de ella, de su superioridad en términos demográficos y democráticos, pues de ello dependía, en primera y última instancia, todo el proyecto nacional de Cataluña.

Por lo tanto, no debía permitirse que en Cataluña existiera oficialmente una comunidad de lengua española y sentimiento español, y, aún menos, dejar que esa comunidad contara con líderes sociales carismáticos y partidos  políticos pujantes y nítidamente diferenciados.

Lo dicho  es válido  para el Partido Popular, que entonces se llamaba Alianza Popular, y en muchísima mayor medida para el PSOE-PSC, formación  que fue objeto de un tratamiento decididamente delictivo en términos morales por parte del catalanismo oficial y muy concretamente  por parte de Pasqual Maragall y sus colaboradores.

Me permito recordar aquí que el núcleo duro y más radical del catalanismo separatista no corresponde a la burguesía financiera, instalada básicamente en CIU, sino a la izquierda intelectual y al clero. En términos políticos y sobre todo ideológicos, esa izquierda y ese clero están a la derecha, muy a la derecha de la burguesía financiera, que, como es sabido, siempre se ha mostrado dispuesta a pactar, incluso a claudicar,  para salvaguardar sus intereses. En definitiva, son tres ramas del mismo arbol; un árbol que, en mi opinión, es esencialmente burgués, no nacionalista, habida cuenta que siempre ha carecido, y sigue careciendo, de raíces auténticamente populares.

El hecho es que Pasqual Maragall, factótum del PSC, además de entregar el poder a Jordi Pujol para que éste pudiera dedicarse a “hacer país”, no ya sin  el mínimo impedimento  sino incluso con su apoyo decidido,  elaboró la maquiavélica doctrina del federalismo asimétrico, de acuerdo con el cual, como primera medida de un  proyecto de largo alcance,  Cataluña dejaría  de ser de facto una comunidad autónoma integrada en España y  pasaría a ser una nación en condiciones de igualdad.

Todo ello no le impidió seguir controlando su formación para vender como catalanes y catalanistas los votos de sus charnegos (hasta el ochenta y cinco por ciento de los votantes del PSC) y al mismo tiempo prohibir que éstos tuvieran una intervención activa, directa y realmente representativa o democrática en la política catalana.

A mi modo de ver, la acción de Pasqual Maragall y sus adláteres constituye una las maniobras más perversas de la historia política no sólo de España sino incluso de toda Europa.

Mientras tanto, el separatismo institucionalizado siguió adelante con su plan, pues, de una parte, fue cerrando progresivamente las puertas de Cataluña a todo lo procedente del resto de España, al tiempo que blindaba  una inmersión en lengua catalana abiertamente anticonstitucional e incluso delictiva, y, de otra parte, avanzaba en la colonización de España, ocupando con agentes  propios resortes de poder y enclaves de valor estratégico, desde los medios de comunicación hasta Hacienda, sin olvidar el Ejército, al que tras la fallida intentona de Tejero había dejado de temer por considerarlo inoperante a efectos prácticos.

Ahora sabemos que lo que los separatistas quieren no es una independencia de cuño convencional sino una independencia a la medida, de acuerdo con la cual los españoles no podrán ocupar cargos de rango superior en las instituciones de Cataluña, mientras que, por el contrario, los catalanes podrán moverse libremente por todo el territorio español y asumir responsabilidades  en sus  medios de comunicación, en sus instituciones e incluso en parcelas tan sensibles para la estabilidad del Estado como la Judicatura, la Hacienda y el Ejército.

El objetivo último de los separatistas catalanes, más allá de la soberanía compartida,  es la colonización  y el sojuzgamiento de España.

Para mí como español, esa es la traición y esa es la conjura.

Los dos planos y los dos ejes del PUC (Partido Único de Cataluña)

De acuerdo con mi modo de ver y entender las cosas de Cataluña, aquí, desde la última inauguración de la democracia en España hemos tenido siempre, y también ahora, un partido único, el PUC, que, con una misma ideología de fondo pero con diferentes nombres y, aparentemente, con diferentes mensajes sociales, ha copado o poco menos la actividad pública de esta comunidad autónoma y ha controlado y controla sus instituciones más poderosas en términos políticos y económicos.

Pero, además, la burguesía catalana, propietaria exclusiva de esa gran obra de ingeniería social llamada PUC (Partido Único de Cataluña), ha tenido siempre buen cuidado en dejar un pequeño outlet, a modo de respiradero, para la disidencia de lengua y sentimiento españoles, con objeto de conservar la apariencia democrática en su feudo y no reventar el invento.

Plano y eje horizontales.

Sin embargo, en sus relaciones con lo que esa misma burguesía llama Madrid y yo quiero llamar siempre y sólo España, el PUC, tras bascular  sobre su eje horizontal,  se pliega y despliega para formar un frente unitario de desarrollo vertical.

Como no puede ser por menos, en ese frente unitario, pretendidamente nacional y abiertamente antiespañol, yo vuelvo a ver y reconocer los votos de los ciudadanos españoles que sufren la opresión y la marginación del PUC  en Cataluña y ahora, merced a una nueva instrumentalización, son lanzados como carne de cañón inconsciente e irresponsable contra el Gobierno de España, su patria.

Plano y eje verticales.

Resumiendo: dos planos, dos ejes y una conjura.

 

LA DEPENDENCIA DE CATALUÑA: ¿ES «NEGOCI» MONTAR LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA DE UNA NACIÚNCULA?

En términos económicos, montar una administración pública propia para un estado soberano, aunque ese estado sea una naciúncula y un paraíso fiscal en la línea,  por ejemplo, de Liechtenstein, Belice, Transdniéster o las Islas Vírgenes, es como llenar con dinero –dinero del contribuyente, claro está–, no el cráter del Popocatépetl sino un abismo insondable.

Por ese motivo, unido al «tarannà» catalán, me  malicio  que lo que aquí se pretende y se busca es seguir beneficiando y trajinando de cintura para arriba al  Estado español, hoy en la  lista de morosos de Frau Merkel, física con buena  manita izquierda, hasta terminar de montar «la casa petita», ajuar incluido, utilizando para ello entera y exclusivamente el producto acumulado de las sisas competenciales de la generalidad de los sabras catalanes, llámense éstas transferencias o pagos a cuenta del pacto fiscal.

La sisa es la sisa o, como se dice por estos latifundios, «peix al cove!»

Así, pues, mal que le pese al «Avi de la cigronada», aquí vamos a tener, muy probablemente, «política de la puta i la Ramoneta» para  rato.

¿O es que el buen hombre se siente ahora tan patriota y tan solidario que va a echar mano de la «guardiola» familiar?

Emigrant

 

Per a Margarita

Amb Salvat-Papasseit

 

Jo sé el que és traginar sacs de carbó

amb l´esquena vençuda

en una via morta

de la Europa profunda

 

Jo sé el que és sentir a l’os

el fred nu de la tundra

i veure’s el cos nu

i veure’s la pell nua

 

Jo sé el que és regalimar

llàgrimes de runa

en un rostre sense ulls

per a la patria perduda

 

Jo sé el que és cridar a la mort

amb el no humà somriure

de qui ja no és

i no vol tornar a viure

 

Sabadell, España, 28 de octubre de 2012