Artículos de febrero de 2013

Crisis de Estado: Rajoy ante los españoles

Estoy convencido de que, en el asunto de los papeles de Bárcenas, Rajoy, como jefe del Gobierno de España, ha mentido y ha sido obligado a mentir para evitar una crisis de Estado de consecuencias imprevisibles.

Razón de Estado, donde no existe lealtad al Estado.

Sería deseable que la experiencia sirviera de aviso y se adoptaran las medidas pertinentes. Es necesario un Estado nuevo con políticos nuevos y ciudadanos nuevos.

¿Es posible?

 

 

 

 

 

 

¿Cóctel para un cambio de ruta?

Hoy en día, un coup d’État  es algo poco menos que impensable en un país europeo, incluida España. Nos lo dice, además  del orden y el espíritu de los tiempos ahora imperantes, la manera, hecha de osadía, arrogancia y provocación, en la  que el separatismo catalán viene planteando sus exigencias en los últimos meses, habida cuenta que ese separatismo es esencialmente burgués y posiblemente no haya en el  viejo Continente  una burguesía más cobarde y más oportunista que la catalana.

El irredentismo obliga,  pero el burgués siempre apuesta por la seguridad y lo seguro.

Aun así, la conjunción  en nuestro  tiempo y nuestro  espacio de tres elementos como son  una profundísima crisis de Estado (política y social),  una monarquía que necesita con urgencia un recambio  y una implacable actividad destructora del separatismo catalán, cada vez más ambicioso y más arrogante en sus exigencias, nos obliga a pensar, dada nuestra condición de españoles, que las instancias que, más allá de la tramoya democrática, cuidan de la seguridad de España y los españoles, deben de tener prevista una intervención para el caso de que, como ahora mismo,  la situación política y/o social rebase los límites  de la prudencia  y amenace la seguridad de todos y de todo.

Personalmente considero que ese estado de cosas, en especial la situación de la sociedad civil, esquilmada por el fisco,  defraudada  por los políticos de todas las  tendencias y castigada por el paro con sus secuelas (precariedad e indigencia), facilitará la adopción inmediata de medidas radicales y la implantación de un régimen  que constituya realmente  un fin de ciclo y, al mismo tiempo, traiga consigo una nueva manera de hacer política. una nueva manera de organizar las tierras de España y sobre todo una nueva manera de administrar nuestros haberes.

Los españoles estamos una vez más ante nuestra cruda realidad,  ¿cuántos siglos de historia nos contemplan?

Bustos, alcalde

Primero lo matamos, después lo juzgamos y, si conviene, le damos la medalla de la ciudad.

Firman: Sus amigos y enemigos del Ayuntamiento de Sabadell

 

Cataluña/Catalunya

Sin democracia, no hay sociedad abierta.

Sin sociedad abierta, no hay democracia.

Palabra de proscrito

 

Se masca la tragedia

Después  de semanas y noches de insomnio y aquelarre hemos pasado, aquí en Cataluña, de la amenaza farolera del choque de trenes y una dialéctica de fondo basada en la antítesis  legitimidad jurídica (España) frente a legitimidad  democrática (Cataluña)  a una calma precipitada  y una petición de diálogo decididamente sospechosa, toda vez que  ha corrido a cargo del nunca sospechoso y siempre incombustible Jordi Pujol padre, acompañado en esta ocasión por Duran, su enemigo personal y ahora aliado necesario.

Los separatistas catalanes están atrapados en su propia trampa, una trampa gigantesca hecha de corrupción y deslealtad.

Como español deseo que nuestro Gobierno aproveche el momento para desmontar la estructura política, social y económica del separatismo catalán  y perseguir por vía  legal a sus responsables hasta dejarlos fuera de combate. Sin dinero no hay corrupción y sin corrupción no hay lobby burgués disfrazado de nacionalista dispuesto a llevar a un pueblo, incluso a toda una sociedad,  a la ruina y luego buscar refugio en Andorra, en Liechtenstein o en las islas Caimán.

En mi opinión, los separatistas ya nos han demostrado quiénes son y qué quieren. Ahora corresponde a los españoles poner remedio.