Artículos de septiembre de 2014

En la Cataluña profunda

Margarita, alma de ángel en cuerpo de mujer, me vehicula y me transporta a un lugar, ni rural ni urbano, de la Cataluña profunda.

Contemplo el paisaje y el paisanaje. Montañas de silueta alpina que ya conocía y  una comunidad humana ensimismada.

La curiosidad queda saciada con tres caminatas y una visita de cumplido al museo histórico de la localidad que lo es de la comarca y sus ancestros.

En la plaza bailan sardanas. Cuento las parejas. Diez, doce, catorce, no más. El rito tiene su encanto. Lástima que se esté perdiendo.

Diviso una pequeña jarca de hombres jóvenes y más bien fornidos que cuchichean, siempre ojo avizor, en un extremo de la plaza.

Son pacíficos y silenciosos. Eso me dicen. Y también  que están subvencionados por la Gene…

Silencio.

Hay moros en la costa.

Margarita me recuerda que es hora de volver.

Pienso que la Cataluña profunda es poco profunda. No da para grandes ensoñaciones. Sinceramente, aquí no hay quórum ni siquiera para una naciúncula.

 

Jordi Pujol i Soley, ¿alguien da más?

Jordi Pujol i Soley miente,

los españoles sabemos que miente,

él sabe que los españoles sabemos que miente

y, aun así, Jordi Pujol i Soley miente

y además nos acusa de querer engañarlo 

y maquinar la destrucción de Cataluña y los catalanes

con trampas y mentiras.

¿Alguien da más?

En cualquier caso parece evidente que el que miente siempre no engaña nunca

y según un dicho poco conocido, lo que no deja se deja.

Entonces, ¿de qué le sirve ni no le sirve?

O lo que viene a ser igual: ¿y si al final resulta que no resulta?

 

 

UPyD y Sosa Wagner

Considero que los dirigentes  de la formación magenta desaprovecharon  una buena oportunidad para refutar la acusación de autoritarismo formulada por Sosa Wagner.

En mi opinión, si esos dirigentes le hubieran dejado hablar tranquilamente, sin dar a entender que se sentían heridos o molestos, habrían demostrado por acción y omisión que, al menos en ese punto y en ese momento, no eran autoritarios.

La fórmula política podría ser: firmeza en los principios y  las convicciones nucleares, y flexibilidad en los contactos y las relaciones exteriores.

Entiendo que por la boca de Sosa Wagner habla la vanidad. Y, en definitiva, no es lo mismo un hombre para un partido que un partido para un hombre.

En este caso tenemos que el hombre es además mensajero de un partido de obediencia catalana, idea –un partido español y españolísimo dirigido desde allende el Ebro–  que me repugna y me hiere profundamente.

Ahí están las amargas y duras experiencias del PSOE con los falsos socialistas de Cataluña (PSC) y del Gobierno de España (Felipe González y Aznar) con los seudoconvergentes  de Pujol.

La memoria histórica me dice y me enseña que para un separatista las negociaciones son siempre y sólo transacciones.

En estos momentos, varios partidos separatistas catalanes tienen en marcha proyectos para desembarcar en la Meseta con programas trampa de captación confiados a tontos útiles en calidad de mensajeros a sueldo.

A mi entender, uno de esos  mensajeros es Sosa Wagner, habida cuenta que lo que no tiene de tonto lo suple sobradamente con vanidad.

Del PSC a Ciudadanos pasando por PSOE y UPyD

Quiero recordar que en un primer momento la formación-coalición  se llamó PSOE-PSC. Entonces, los socialistas catalanes eran, aparentemente,  aliados dóciles y sumisos. Pero poco a poco, el sector más separatista  se fue  haciendo con el control del partido en la Marca, sin renunciar a los votos de los trabajadores españoles.

Todo de acuerdo con el plan establecido  y en una de la muchas variantes prácticas de la política de la puta i la Ramoneta, versión autóctona de la Realpolitik bismarkiana.

A la postre, como es sabido o debería serlo, el PSC se erigió en un partido independiente e independentista con votos y votantes españoles.

Desde entonces, los delincuentes del PSC han venido formando parte  del frente separatista catalán –a todas luces un frente burgués y corrompido–  y, al mismo tiempo, han mantenido  relaciones de igual a igual con el PSOE, con la salvedad de que este partido no podía intervenir ni intervenía  en  los asuntos de Cataluña y los catalanes, mientras que los agentes del PSC no sólo intervenían en los asuntos del PSOE sino que incluso le dictaban e imponían lo que debía y lo que no debía hacer como formación política y también, llegado el caso,  como Gobierno de España.

He ahí un ejemplo práctico de cómo la parte puede llegar a ser más que el todo. Basta con mantener en exclusiva el control de la parte o parcela propia y, simultáneamente, seguir siendo parte activa y beligerante del todo, cosa que no ocurre con los elementos que se limitan a formar parte del todo.

Esa táctica la vienen aplicando las distintas formaciones  políticas catalanas,  integradas en un partido único y un frente único, para apoderarse  paso a paso de las instituciones del Estado hasta atenazarlo y desnaturalizarlo.

Caminamos hacia una España sin españoles.

A mi entender, en ese proyecto global se inscribe la  alianza con UPyD que propone ahora el ciudadano Rivera,  actor hábil e  inteligente de la escena política catalana. En su formación ha habido y hay españoles, no españoles y antiespañoles. Él juega con ellos y los utiliza como piezas de una partida de  ajedrez siguiendo siempre las instrucciones de sus mentores.

Y si en estos momentos  recurre a Nart y Girauta, en sintonía con Sosa Wagner, todos ellos elementos claramente españoles, tal vez sea bueno recordar que antes se sirvió  de los no menos españoles José Domingo y Antonio Robles hasta que maquinó y decretó su exclusión.

¿Ha decidido el ciudadano Rivera devorar a UPyD, encarnado en su núcleo duro, sirviéndose de hombres leales en funciones de  mensajeros y tontos útiles?

En cualquier caso, el hecho es que la Cataluña del ciudadano Rivera es hoy una dictadura burguesa y catalanoseparatista.

Espíritu democrático: democracia y patriotismo

Entiendo que el espíritu democrático cristaliza en una actitud intelectual –a la vez epistemológica y ética– de acuerdo con la cual todo lo que un ser humano piensa y expresa con palabras constituye una opinión.

En consecuencia, entiendo asimismo que una sociedad aceptablemente democrática es un universo de opiniones.

En el plano intelectual o cultural  me tengo por demócrata en cuanto que estoy dispuesto a aceptar y a respetar todas las ideas con valor de opiniones personales.

Simultáneamente me considero un patriota español y como tal me niego a aceptar y a respetar un régimen político asentado sobre la destrucción de España, sea como punto de partida o como meta y punto de llegada, aun en el supuesto de que pueda haber un régimen político que sea realmente democrático partiendo de esa premisa.

Pero, ¿es en verdad posible que una comunidad humana constituida en nación y estado con siglos de historia y hoy dotada de un régimen mínimamente democrático decida llevar a cabo su propia destrucción y la lleve a cabo efectivamente?

¿Se extingue o se sublima la democracia en el patriotismo?

Miguel Ibero, muerto el 13-9-1936

Padre, no recuerdo tu cara,

pero conservé y conservo tu nombre.

En torno a él construí mi vida,

la vida de un hombre

De mi oda a España

En este aciago avatar de tu historia,

herida por hijos tuyos con alma de hiena, 

siento un hervor de sangre en las venas

que me quita la razón y devuelve la memoria…

 

España ante su futuro

Tengo el presentimiento de que España, empujada por acontecimientos a los que no supo hacer frente de manera racional y enérgica en su momento, se ve obligada ahora a tomar decisiones que, para bien o para mal, fijarán su futuro.

Entiendo que en esa  situación España  va a necesitar personas con sentido de Estado y sentimiento patriótico capaces de encontrar la línea que garantice su supervivencia como pueblo y nación.

Me temo que, si no  encuentra esas personas  y esas personas no toman las medidas necesarias, España quedará a merced de las fuerzas destructoras de dentro y fuera.

¡Fatalmente!

Suspender la autonomía catalana y desmontar su dictadura

Entiendo que ha llegado el momento de suspender la autonomía catalana con carácter cautelar, habida cuenta que sus representantes políticos están a punto de consumar un proceso de  autolegitimación parlamentaria  mediante una cadena de fraudes de ley que van desde la prevaricación hasta la sedición pasando por la deslealtad constitucional.

Entiendo asimismo que ha llegado el momento de desmontar la dictadura impuesta en el espacio geográfico y jurisdiccional de la autonomía catalana, desde la llamada transición democrática, por los representantes de  su administración pública, dominada por una burguesía insolidaria y constituida en una organización manifiestamente delictiva.

Entiendo que, acto seguido, debería procesarse a los responsables de la situación así generada en Cataluña, acusados de  delitos como  prevaricación  y  deslealtad a la Constitución, maquinación contra el ordenamiento jurídico del Estado de derecho, fraudes de ley en cadena, corrupción moral y ética, corrupción política y económica, enriquecimiento ilícito de personas con cargos oficiales y malversación de caudales públicos de manera programada y continua, usurpación-privación de los derechos constitucionales a ciudadanos españoles residentes en España (muchos de ellos reducidos a la situación de muerte civil perpetua) y creación de organizaciones y organismos destinados a destruir y/o suplantar la legalidad vigente en el ámbito del Estado español.

Entiendo que los españoles tenemos derecho y obligación de defender a España con los medios que nos proporciona la Constitución.

Constitución vigente y ley de Consultas catalana

Entiendo que, de acuerdo con nuestra Constitución, en España sólo existe una soberanía nacional y el pueblo español es el sujeto jurídico único, total y exclusivo de  esa soberanía. No hay otra soberanía nacional y no hay otro sujeto  jurídico de ella.

Entiendo que la llamada ley de Consultas aprobada por el Parlamento autonómico  de Cataluña con fecha del 19 de septiembre de 2014 y promovida por Artur Mas, como presidente de la Generalidad, atenta directa y gravísimamente contra la soberanía nacional, que, repito, reside en el pueblo español, e infringe, en los mismos términos, la Constitución española actualmente vigente en todo el ámbito nacional, incluidas Cataluña y su administración.

Entiendo que el Gobierno de España y el Tribunal Constitucional deberán actuar con acierto y diligencia para impedir que Artur Mas burle la legalidad y consiga convocar el referéndum previsto para el día 9 de noviembre próximo.

Entiendo que, si llega a celebrarse ese referéndum, Artur Mas, como presidente de la Generalidad de Cataluña, incurrirá en un delito de prevaricación con fines sediciosos, delito que, en mi opinión, podría y acaso debería  entenderse como un último eslabón, hasta ese momento,  de una cadena de fraudes de ley que tiene por objeto convertir  esta actual comunidad autónoma  en sujeto jurídico y político de una futura soberanía catalana con rango de nación y estado.

Entiendo que, como de costumbre, todo ello es ocultado dolosamente por las actuales  proclamas en favor del derecho a decidir.

Derecho a decidir ¿qué?

Todo lo que se quiera decidir en el ámbito de España debe respetar la Constitución española actualmente vigente, Constitución que los separatistas catalanes también juraron. Así, pues, condición  primera e inexcusable de todo derecho a decidir: LEALTAD CONSTITUCIONAL.

El toro de la Vega

Confieso que me gusta todo lo español, incluido lo que no me gusta.

Eso mismo me pasaba y, edad aparte, sigue pasándome con los mujeres.

Una mujer hermosa es siempre eine Delikatesse.

¿El toro de la Vega?

Un testimonio lacerante de lo que fuimos y de lo que aún no somos.

Espejo retrovisor.

 

De mi oda a España

Siempre supe de su carácter felón,

siempre supe de su perfidia infinita,

siempre supe de sus querencias cainitas,

siempre supe que tramaban la traición…

La despedida del Patriarca

Considero que hoy, en el Parlamento de Cataluña, Jordi Pujol i Soley ha aleccionado por última vez a sus subalternos y ha tratado de asumir la figura con la que desearía pasar a la historia de lo que aquí se llama este país.

¿Ha muerto el político y nacido el mito?

De mi oda a España

Siempre supe que, tras prender fuego a España,

buscarían refugio allende una frontera

que sólo existe cual patética quimera

de gentes sin pasado, sin glorias, sin hazañas…

De Pujol a Mas pasando por el estado de excepción y la cárcel para los sediciosos

Artur Mas, presidente de la Generalidad de Cataluña, ha estampado su firma en el decreto por el que se convoca un referéndum independentista para el 9 de noviembre de 2014 y, al hacerlo, ha consumado su traición.

Entiendo que es momento de grandes decisiones y grandes medidas a cargo de las instancias superiores del Estado español.

El Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional y, por encima de todo y de todos, el Rey, Jefe del Estado, Jefe de las Fuerzas Armadas y símbolo de la unidad y la persistencia de España como patria común e indivisible de todos los españoles.

Y, naturalmente, el Gobierno como Ejecutivo.

Entiendo que en estas circunstancias procede partir del peor de los casos posibles y declarar cuanto antes el estado de excepción en el ámbito territorial y competencial de la Generalidad como instancia promotora y ejecutora de un acto de sedición.

¿Han pensado Rajoy y sus colaboradores en la última trampa de Mas para colar su referéndum y en el modo de rebatirla y cortarla en seco?

¡Cuánta perfidia, cuánta deslealtad, cuánta traición!

España, una vez más, ante su futuro

Cabe imaginar que Artur Mas va a seguir tratando de burlar la ley y en definitiva la Constitución a la que debe su cargo y va a aprovechar todas las lagunas y todos los vacíos legales existentes o simplemente posibles, así como todos los apoyos internacionales, reales o imaginarios, que se produzcan en los próximos días, sin olvidar la fuerza intimidatoria de los 300.000 árabes que, según parece, viven en Cataluña bajo la protección directa y expresa de la Generalidad.

Aun así, quiero  pensar que el referéndum no se celebrará y Artur Mas pasará una temporada en la cárcel si, como parece, persiste en su actitud.

De todos modos, considero que el Gobierno de la Nación se verá obligado a actuar con decisión, diligencia  y acierto si quiere poner coto a la sedición catalana y no quiere que el fuego se propague a otras regiones y suma a España en un caos que escape a su control.

Entiendo que es momento de apagar ese fuego,  todos los fuegos  que amenazan con destruir la convivencia de los españoles y su futuro, y reconstruir España.

Quizás sea nuestra última oportunidad.

El árbol y las ramas, parábola del patriarca Jordi Pujol

Cabe pensar que en  la parábola evangélica  de Jordi Pujol cada representante de las familias burguesas de Cataluña  es una rama. Él es no sólo una de ellas sino, aunque no lo declare de manera explícita, la más importante. Y, como explica en su pedagógico e ilustrativo  lenguaje parabólico, si cae esa rama que es él, caerán todas las demás ramas y, a la postre, caerá el árbol.

O sea, caerá toda la burguesía catalana arracimada en torno al patriarca Jordi Pujol durante más de tres décadas.

A juzgar por varios indicios de peso, la próxima en caer va a ser la rama correspondiente a Artur Mas, a la  que seguirá, probablemente, la rama de Felip Puig, ministro de Interior (es un decir) y miembro del núcleo más duro del catalanismo separatista.

¿Acusación o, como se dice ahora, imputación? Corrupción y comercio (¿tráfico?) de influencias o, si se prefiere, economía especulativa en estado puro.

En ese contexto tal vez convenga explicar de una vez por todas que la burguesía catalana, dedicada tradicionalmente a la economía productiva,  desde la  que  contribuyó al progreso de la sociedad de Cataluña y, por eso mismo, de toda España, decidió un buen día ampliar y diversificar sus actividades y empezó a operar en el campo de la política, con especial dedicación a la economía especulativa.

De hecho, con  la llegada de la democracia (formal) a España, la burguesía catalana se apoderó de la administración autonómica con todas sus instancias de poder y representación para instalar inmediatamente  una criptodictadura bajo la patriótica consigna de que en Cataluña la política debían hacerla los catalanes, tanto para los catalanes como para los no catalanes.

Colonos fuera.

Y, efectivamente, la burguesía autóctona copó rápidamente todas las instancias de poder y representación de esta comunidad teóricamente autónoma y teóricamente democrática, desde la Generalidad hasta el Parlamento, pasando por los partidos políticos de derecha, centro e izquierda, dejando un  pequeño outlet  a modo de respiradero para los charnegos, que, después de ser  utilizados como fuerza de choque contra el franquismo, ahora debían contribuir a mantener viva y visible la apariencia de una sociedad culta y civilizada, junto con  el simulacro de un sistema democrático.

Alojados en los estratos más bajos del  PSC como masa ignorante y amorfa, los charnegos habían sido despojados desde un principio del  derecho a decidir por sí mismos, sobre sí mismos, y siempre carecieron de representación propia. Y, si es cierto que  ahora tenían derecho de voto, también lo es que ese voto suyo era  capitalizado y comercializado colectivamente por los dirigentes del partido (PSC) para hacer política separatista o, lo que es igual,  política en contra de ellos como ciudadanos de Cataluña y como españoles.

El hecho es que el sector separatista de Cataluña nunca  reconoció la existencia de una comunidad de lengua y sentimiento españoles, a pesar de que esa comunidad representaba y representa más del sesenta por ciento de la población total de Cataluña.

Pero, además de ignorarla sistemáticamente para llevar adelante su proyecto separatista –proyecto esencialmente burgués y por lo tanto minoritario y elitista– y conferirle apariencia popular y democrática, ese sector de la población de Cataluña no duda en utilizarla con ese y otros fines propagandísticos cuando le conviene.

Evidentemente, de acuerdo con semejante planteamiento, la actividad económica generada por la administración autonómica, que operaba de facto casi como un  estado independiente, debía recaer sobre ciudadanos catalanes y empresas catalanas, reales o ficticias.

Naturalmente, los  proyectos de la Generalidad eran siempre o casi siempre para empresas catalanas. No contentos con todo ello, miembros de esa misma burguesía pertenecientes al entorno de Pujol y su familia establecieron pronto un canon (impuesto burgués), de cuantía variable, para gravar todos los encargos hechos  por la Generalidad y sus incontables ramificaciones, en el bien entendido de que  la empresa adjudicataria podía incluirlo en el importe total de  la factura y por lo tanto no lo pagaba  ella sino la Administración y, en última instancia, el contribuyente español.

Desde esta perspectiva, la carrera hacia la independencia protagonizada por la burguesía catalana ha sido y sigue siendo, a mi entender, una fuga  de esa misma burguesía para eludir responsabilidades penales  y escapar al  acoso de la Hacienda y la Justicia de España.

Ese sistema de control político, económico y social  no fue ideado por Jordi Pujol pero él lo implantó en gran parte y fue uno de sus mayores beneficiarios o, si se quiere, una de sus principales ramas.