Castelo, el poeta de la Granja

Creo que llegué a conocerlo, al menos en parte; creo, en cambio, que él no llegó a conocerme. ¿Le di miedo? Lógico.

Quiero pensar que, entre todos los papeles que Castelo representó o trató de representar en esta granja orwelliana que es nuestro mundo y nuestra sociedad, el de buena persona  (¿bon vivant?) era  sin duda el que mejor le iba. Con él se fue.

Aquí, en esta página virtual, será recordado siempre con agradecimiento como el poeta de la Granja.

Un amigo poeta es siempre un tesoro.

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