Adiós

Vuelo a Castilla en el AVE,

a ras del suelo.

Pongo el pie en Fuente de Santa Cruz.

Estoy en una casona,

rodeado de artilugios de varia e imprecisa genealogía,

desde la prehistoria carpetovetónica hasta la era más tecnológica.

¿Quincalla y andróminas?

Aquí los relojes no dan la hora,

ningún reloj,

ninguna hora.

Sólo los pájaros a la hora de madrugar,

que es la hora de cantar.

Quiero despedirme de España,

una vez más,

¿la última?

Castilla es eterna e inmóvil,

¿como eterna e inamovible la lealtad de un patriota?

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