Poeta

Dejo que se extinga el rumor de las palabras, eso a lo que llaman significantes, y, tras tensa espera, percibo y aprehendo lo indecible, algo que, ajeno a significados y sentidos, puede definirse como estados del alma.

Hoy he descubierto que tengo un amigo poeta. Lo intuía.

Si es cierto que hay música sin sonido, también puede serlo que hay poesía más allá de la palabra.

El elemento de unión se llama harmonía.

El poeta crea poesía; su confidente la beneficia y, al beneficiarla, la recrea y, por eso mismo, la crea.

Siempre pensé que un hombre sólo podía tener amistad, amistad auténtica y auténticamente íntima, con una mujer; en mi caso, la mujer a la que quiero y en la que, mediante la unión, busco la perpetuación y la inmortalidad, pero ahora sé que tengo también un amigo y que ese amigo es poeta.

Mi amigo poeta me ha mostrado su hogar, el hogar y la morada de su ser, y he llegado al convencimiento de que, además de poeta y amigo, es un alma desvalida que, como tantas (también la mía), busca la belleza que se despliega más allá de la ficción de las palabras.

¿Es todo poeta prisionero de la palabra, morada de nuestro ser?

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