De filtraciones y topos

La filtración y la posterior difusión de una conversación mantenida por Jorge Fernández  Díaz, ministro de Interior, y Daniel de Alfonso, director de la Oficina Antifraude de Cataluña, ponen de manifiesto, entre otras muchas cosas, la precariedad tanto de la seguridad nacional como de nuestra democracia.

Cabe imaginar que la grabación de esa y otras conversaciones ha sido efectuada por alguien que, además de poseer suficientes conocimientos en sistemas informáticos, puede acceder de manera regular al despacho del ministro y su entorno sin despertar sospechas.

Por lo tanto, podemos y acaso debemos pensar que el topo o topos  y sus colaboradores no sólo están en la casa sino incluso que son de la casa.

Eso para empezar.

A partir de ahí podemos preguntarnos, por ejemplo, por qué los que exigen directamente la dimisión del ministro de Interior y del director de la Oficina Antifraude de Cataluña no empiezan por pedir explicaciones al ministerio y no solicitan información para tener una visión lo más completa posible de lo ocurrido y, sobre esa base, emprender las acciones legales pertinentes.

Aquí no hay ni acusación formal ni proceso legal; aquí hay  condena tout court  o, si se prefiere, linchamiento político a cargo de nuestros demócratas.

Se piden dimisiones, que es lo que se busca; todo lo demás huelga.

Personalmente considero que es momento de que callen los políticos y hablen los ciudadanos.

El voto es su palabra; una vez depositada en la urna esa palabra es la que cuenta.

Los topos y sus jefes lo saben.

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