La envolvente catalana explicada a los españoles en dos lecciones

Primera lección

Estamos en la Cataluña de los últimos años sesenta y primeros años setenta de ese siglo que ya es historia, y, a mi entender, tanto el proyecto independentista en términos estratégicos como su ejecución práctica, la envolvente catalana en cuanto modus operandi, se asientan en un concepto nuclear cuyo alumbramiento y formulación teoricopráctica tienen lugar en este momento histórico marcado por la agonía y la muerte del franquismo.

Fieles a  ese concepto nuclear, los promotores ideológicos del nuevo movimiento nacional establecen con carácter de premisa categórica que en Cataluña la política deberán hacerla los catalanes, tanto para ellos como para los no catalanes, en el bien entendido de que  catalanes son ellos y los que ellos dictaminan que son catalanes. Exclusivamente.

Instaurada la democracia en España, se inicia lo que los sabras catalanes  llamarán después Proceso. Su primer gran objetivo será copar todas las instancias de decisión y representación democrática del nuevo país y futura nación,  pero procurando dejar un pequeño espacio socio-político para disidentes y no catalanes o extranjeros a modo de outlet y coartada democrática.

El  proyecto independentista catalán es, en su concepción y ejecución, una conjura en toda regla, pues lo que se pretende es ni más ni menos  que crear un estado dentro del Estado anfitrión  para luego reventarlo y suplantarlo. Eso significa que habrá que proceder necesariamente por sorpresa, con sigilo y por la vía de los hechos consumados. Y siempre negados.

Y así se hace. De la noche a la mañana, elementos adictos al nuevo movimiento nacional copan todas o casi todas las instancias de poder y representación democrática, desde la Generalidad hasta los partidos políticos, pasando por el Parlamento autonómico.

La sociedad catalana con sus más de siete millones de ciudadanos está formada ahora, principios del siglo XXI,  por una comunidad minoritaria, privilegiada y opresora de lengua catalana y sentimiento tendencialmente independentista, y una comunidad mayoritaria, marginada/ignorada y oprimida de lengua española y sentimiento español que, despojada de sus señas de identidad, ha sido condenada a la no existencia, mientras que sus cabezas pensantes más rebeldes han sido recluidas en el limbo de la muerte civil.

Para completar el cuadro programático de tan perverso y radical genocidio sociocultural  se prohíbe por ley que en las escuelas públicas de Cataluña se enseñe y se aprenda español, idioma que es  erradicado asimismo de la Administración pública autonómica y su extensísima zona de acción e influencia. Aquí y ahora no sirve de nada que el español  sea, según la Constitución vigente, el idioma oficial de España y, mucho menos, que constituya la lengua materna de más de la  mitad de la población escolar catalana.

En Cataluña ha quedado instaurada una dictadura de estirpe burguesa con un partido único que, con ayuda de variantes ficticias y nombres ficticios, llegará a cubrir hasta el noventa por ciento de su espectro sociopolítico. Es el partido del nuevo régimen.  Hoy Cataluña es oficialmente independentista, sólo independentista. Así lo proclaman tanto los miembros de su clase dominante como los servidores de esa clase dominante y su ideología.

La parte ha empezado a comerse al todo. Es la hora de la envolvente catalana.

continuará…

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