¿Fin de la dictadura separatista en Cataluña?
Considero que el reguero de importantes entidades bancarias y grandes empresas de diversa naturaleza que han decidido mudar su sede de Cataluña a ciudades situadas fuera de esta comunidad autónoma y, por lo tanto, fuera de la jurisdicción de la Generalidad constituye sin duda el golpe más duro asestado hasta ahora a la conjura independentista.
Golpe seco e instantáneo donde más duele, la butxaca.
A él se suma la macromanifestación celebrada hoy, domingo, en Barcelona por las fuerzas –partidos políticos, entidades cívicas y particulares– empeñadas en defender la unidad de España al amparo de la Constitución vigente.
Un éxito clamoroso en territorio enemigo.
La comunidad catalana de sentimiento español, siempre mayoritaria y siempre oprimida, se ha apoderado por primera vez en muchos años de las calles de Barcelona, ha roto todas las mordazas que la condenaban al silencio y ha lanzado su grito de rebeldía.
Un millón de personas, algo que probablemente un Oriol Junqueras no habría podido imaginar ni en la peor de sus pesadillas.
Se quebró la conjura y quedó al descubierto la dictadura implantada en Cataluña por las fuerzas separatistas, siempre minoritarias y siempre antidemocráticas.
Repito: siempre minoritarias y siempre antidemocráticas.
Cabe pensar que estamos en el principio del fin de la dictadura separatista de Cataluña.
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