Montoro, contable modélico
Cristóbal Montoro es un contable modélico, dicho sea cum grano salis.
Afirmaría incluso que al hombre le gusta lo que hace y hace lo que le gusta. Se le nota cuando habla y, sobre todo, cuando comparece ante los medios para hacer alguna declaración. No sólo no rehúye el cuerpo a cuerpo y las preguntas en corto y en directo, sin red ni plasma, sino que además incita a sus interlocutores, entrevistadores o denunciantes a que le pregunten y le pongan a prueba.
«Pregunten, pregunten ustedes».
En ese mismo instante la cara se le ilumina, la sonrisa se le ensancha y el contable adopta una actitud entre paternal y pedagógica.
«Pero, hombre, ¿no ha leído usted los papeles que les he entregado antes de la entrevista? Pues allí, concretamente en el apartado 3 de la segunda página, está la respuesta detallada a lo que usted me pregunta ahora».
Llegado a ese punto, el maestro Montoro simula un recorte, apenas un atisbo, utilizando los papeles que tiene en la diestra a modo de muleta y, después de mirar al tendido con expresión de vanidosa e ingenua superioridad, dice como para provocar:
«¿Alguna pregunta más?»
Está visto que los números no engañan y, además, hablan por sí solos.
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