Iceta y su última jugada

Entiendo -y me temo- que Miquel Iceta, maestro consumado y consumido en el arte de la intriga política, ha colocado en el desgobierno de Pedro Sánchez dos piezas  llamadas a jugar un papel relevante, incluso decisivo, cuando llegue el momento, que llegará, en el que  el jefe del Gobierno de España tenga que negociar, que negociará, con Quim Torra las condiciones del proceso de autodeterminación/independencia de Cataluña con los catalanes separatistas.

Si Maritxell Batet es una subalterna poco menos que anónima de declarada filiación/afiliación independentista, Josep Borrell -otrora José para los españoles y Pepe para sus antiguos compañeros del PSOE- ha seguido una línea política sinuosa y contradictoria. Como últimamente se le ha visto en compañía de los valedores de la tercera vía catalana bautizados por mí  como icetianos,  sabemos dónde está ahora, qué busca y qué quiere. Atrás quedan, ¿para siempre?,  sus declaraciones de un españolismo ostentoso e incluso exaltado en la línea histórica de los conversos.

En mi opinión,  Borrell -Josep para Batet, Torra y los suyos y las suyas- es ahora un retroconverso.

Y como en las cosas que tienen que ver con España y su unidad no suelo equivocarme –in dubio pro Hispania-, ahí está el tal Quim Torra para confirmarlo y darme la razón.

Y a su manera lo ha confirmado al declarar que el nombramiento de Josep Borrell para el cargo de ministro de Asuntos Exteriores de España es una pésima noticia (para él y los suyos), habida cuenta de que, como sabe hasta el español más lerdo e ingenuo, el separatista catalán dice siempre, por sistema, lo contrario de lo que piensa y quiere hacer.

Lo dicho. Una pésima noticia para España.

¿Me equivoco? ¡Qué más querría yo!

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