El irredentismo catalán
Me inclino a pensar que, cualesquiera que sean las penas que se impongan a los líderes de la fallida intentona golpista escenificada en el otoño de 2017, el movimiento separatista catalán seguirá vivo y, a su manera, activo.
Podemos imaginar que, perdida -¿para siempre?- su oportunidad histórica, ese movimiento ya no podrá aspirar a tener una república independiente, a la vez dentro y fuera de España para seguir intrigando y trajinando a dos manos y en dos campos, pero me malicio que conservará poder y perfidia más que suficientes, además de ganas, para sumergir a España y los españoles en el caos político, social y económico a la mínima oportunidad que se le presente.
Así, pues, probablemente vamos a ver cómo, extinguido el fuego fatuo de la posverdad, el movimiento separatista catalán queda preso definitivamente en su atávico irredentismo, hecho de frustración y masoquismo, y la burguesía condal, una vez más fiel a sus intereses, invoca el principio de realidad de acuerdo con la elemental y españolísima fórmula «lo que no deja se deja».