Pederastia: a mi también me tocó

Que recuerde ahora, sufrí abusos de diversa índole y gravedad, primero en un internado regentado por Hermanos Maristas y, después, en un seminario diocesano a cargo de clérigos.

En el internado sufrí abusos de considerable gravedad por parte de un hermano cuando yo tenía entre diez y doce años. Además pude observar en varias ocasiones que algunos hermanos realizaban tocamientos ilícitos a los niños. Solían ser hermanos que habían vivido mucho tiempo en Hispanoamérica y parecían actuar de acuerdo con un ritual que todos respetaban. Siempre los hacían cuando los niños dormían en sus camas y siempre a primera hora de la mañana, cuando algunos de ellos se destapaban y un hermano acudía a taparlos y tocarlos. Después supe que un hermano había iniciado a grupos de niños en la actividad sexual, lo que hizo que varias madres presentaran una queja a la dirección del centro, con el consiguiente escándalo en la pequeña y provinciana ciudad. Algún tiempo después, el internado cerró sus puertas y los Hermanos Maristas tuvieron que abandonar el colegio y la ciudad.

En el seminario sufrí abusos menores bajo la apariencia de muestras de afecto por parte de un sacerdote, y entre los niños se comentaba que este mismo sacerdote sentía una especial predilección o afecto por determinados niños y adolescentes. Años después un compañero de estudios me informó que dos clérigos habían sido expedientados y apartados de la actividad docente por prácticas ilícitas graves.

La experiencia, en forma de trauma, marcó mi infancia, mi adolescencia y buena parte de mi vida de adulto.

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