Velada en TV: de la pájara de Sánchez a la macromorcilla de Ábalos, pasando por los mandobles de Ribera

Quiero pensar  que el formato del debate-combate a cuatro  fue elaborado  a conciencia por sus responsables con la idea fija de que éste no se les fuera de las manos en el curso de las acciones. Pero,  entonces, ¿a qué vino la comparecencia de Ábalos, eminencia gris del equipo de Sánchez, una vez terminado el debate?

Para mí, lo que nos ofreció  no fue una reflexión o recapitulación  sino una macromorcilla.

A falta de una declaración oficial mínimamente  creible, mi teoría es que al debatiente Sánchez le cogió la pájara en las primeras escaramuzas  del  combate a cuatro y trató de asirse como pudo a las cuerdas para no sucumbir ante el implacable martilleo del estilista Ribera y besar la lona con uno de esos knockouts que hacen época.

Como un viejo superviviente del ring, el hombre se fue acercando poco a poco a su rincón para dejarse caer con disimulo en brazos de su fiel segundo.

Pedro Sánchez había perdido el combate pero había salvado el pellejo.

De acuerdo con lo que percibieron mis ojos y mis oídos, el catalán Albert Ribera, maestro de la esgrima que no rehúye el cuerpo a cuerpo cuando hay que fajarse, fue el claro vencedor del combate y el gran triunfador de la velada. No sólo repartió mandobles a izquierda (Pedro Sánchez) y derecha (Pablo Casado), siempre a mano alzada, sino que además tuvo fuerzas y tiempo (con permiso del moderador) para esbozar algunas de las líneas maestras de su programa político, un programa que tiene  España como núcleo semántico y leitmotiv permanente.

Si lo sabré yo.

El pobre Sánchez se negó a decirnos qué piensa hacer con sus aliados separatistas, esos de los que él mismo afirma que no son de fiar.

¿Los indultará, no los indultará?

Lógicamente, tampoco nos rebeló si estaba dispuesto a pactar con Ciudadanos, con lo que el podemita Iglesias se quedó si saber si pillará cacho o se quedará con las ganas (léase  con su infinita ambición).

Una cosa parece cierta: Sánchez no es de fiar.

El resto de la velada me pareció material de relleno.

Creo que Pablo Casado va mejorando y subiendo peldaños, dentro de sus limitaciones. Aun así, considero que el muchacho no puede liderar la derecha que España necesita con urgencia.

¿Qué puede hacer España con una derecha incompetente y una izquierda desleal?

Habrá que empezar a pensar en el ciudadano Ribera como una posible salida con garantías de lealtad.

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