Artículos de octubre de 2019

La Generalidad de Cataluña declara la guerra a España

Entiendo que el plan  separatista catalán (procés), basado en un estudiado y minucioso  gradualismo táctico-estratégico que cubre un período de más de cincuenta años y va desde la petición de un estatuto de autonomía, en los albores de la democracia (1978),  hasta la declaración de independencia y la proclamación de la República de Cataluña (octubre de 2017), constituye por encima de todo un delito de deslealtad constitucional: deslealtad   al Estado Español, del que la Generalidad de Cataluña forma parte y al que, en primera y última instancia, debe y deberá su legitimidad en tanto se mantenga el orden constitucional que la alumbró.

Entiendo asimismo que, de acuerdo con el plan establecido con carácter de programa y hoja de ruta, esos actos de deslealtad al orden constitucional español por parte de los sucesivos  titulares  de la Generalidad hasta llegar al señor Quim Torra  han conducido a un enfrentamiento, en un principio  encubierto y después progresivamente manifiesto, con el Estado Español, enfrentamiento que ahora yo me atrevo a definir, por mi cuenta y riesgo, como  declaración de guerra a España.

Como es lógico, guerra y declaración de guerra a la catalana manera.

En estas circunstancias -con una España en estado crítico por el acoso persistente e implacable de las fuerzas separatistas- pido y, si me es permitido, exijo al Gobierno de la Nación que asuma con rigor y sentido de la responsabilidad  la defensa del Estado de Derecho llamado Reino de España y vele por el cumplimiento estricto del orden constitucional vigente con los medios que la Ley le otorga.

Entiendo que es derecho que me asiste y, por entender que me asiste,  lo  reclamo en mi condición de ciudadano español.

Montserrat: entre una velada con dos velas y el juego de la puta i la Ramoneta

Entiendo que el abad de Montserrat como responsable primero y principal  de la abadía y sus actividades abre cristiana y generosamente las puertas del recinto sagrado a un grupo de devotos feligreses y luego el monasterio emite un comunicado en el que hace constar  que «no es promotor ni se adhiere institucionalmente a la velada», pues  «Montserrat es la casa de todos y no se posiciona ni a favor ni en contra de acciones políticas concretas».

Todo ello, muy santo y muy cristiano.

Aun así, entiendo que tanto el abad y el monasterio como los ciudadanos en general saben o están en condiciones de saber que esos devotos feligreses  apoyan -no siempre por procedimientos legítimos y lícitos-  a personas que están en situación de prisión preventiva y a punto de ser juzgadas bajo la acusación de haber infringido gravísimamente las leyes de un   Estado de derecho llamado Reino de España, del que esas personas son ciudadanos de pleno derecho.

Y, como esos ciudadanos gozan de todos sus derechos constitucionales,  el ofrecimiento de la institución eclesiástica y su abad me parece  algo así como  poner una vela a Dios y otra al demonio o, dicho en vernáculo, jugar a la puta i la Ramoneta.

Aprendamos de los separatistas

Considero que, además de enviar agentes del orden a Cataluña, las autoridades españolas podrían y, en un caso como el presente, deberían aprender de nuestros odiosos, nunca odiados, separatistas. Concretamente de su perfidia y malas artes.

No me parece ni imaginable ni admisible que una banda de delincuentes se imponga a un Estado de derecho y su Constitución por no emplear los medios que tiene a su disposición como es su deber.

Aprendamos de quienes llevan décadas tramando la destrucción de España.

La patronal catalana habla

La patronal catalana ha hablado y ha dicho que hay que volver al trabajo.

Para mí eso significa que, una vez se hagan públicas las sentencias que corresponden a los principales responsables del procés, se habrá acabado la gran bronca nacional. De momento.

¿Se deben excluir las réplicas?

Pienso que no. Pero imagino que serán réplicas inconexas y de intensidad decreciente.

Aun así, estoy convencido de que el separatismo catalán seguirá vivo y activo.

Me inclino a pensar que  no sólo se negará a devolver lo usurpado durante décadas sino incluso que tratará de reforzar su resistencia en forma de esa guerra sucia que marca su atávica frustración y su irredentismo.

Vamos a ver qué pasa, y, en cualquier caso, que Dios reparta suerte.

España bajo la tutela de la patronal catalana

Quiero entender que la patronal catalana o, en mi lenguaje, la burguesía condal dedicada a la economía productiva ha decidido apoyar  abiertamente la causa de España, abandonando, ¡por fin!,  a su suerte a los separatistas.

Veremos si es así y, en caso afirmativo, cuánto dura ese apoyo y, sobre todo, en qué se sustancia.

De momento no tengo motivos para  dudar de la sinceridad de su decisión, tanto menos cuanto que parece inspirada en el más elemental egoísmo humano, aunque en estas tierras se acostumbre a disfrazarlo de cordura o sensatez y se lo llame seny.

En cualquier caso, lo que no deja se deja.

Queda por ver qué va a ser de los practicantes-beneficiarios vitalacios de la economía especulativa -políticos autonómicos, influencers, comisionistas y demás subalternos aconductats-  si un día se decide y consigue racionalizar la Administración de este Estado, que lo es de derecho y por derecho.

Aun así, me conformaré con presenciar que se pone fin a la aberración de ver cómo un Estado de derecho es destruido desde dentro por elementos desleales de su propia Administración.

Octubre de 2017 en Cataluña: delitos y delincuentes

A mi modo de ver, los ciudadanos españoles que en octubre del año  2017 se pronunciaron y/o se alzaron  en un acto intrínsecamente ilegítimo e ilegal, por procedimientos ilegítimos e ilegales, contra el orden constitucional vigente en el Estado de derecho llamado Reino de España incurrieron, entre otros, en los delitos siguientes:

rebelión, sedición, alta traición y conjura. 

A mi modo de ver, el tribunal que juzga ahora a esos ciudadanos españoles deberá determinar el grado de culpa de cada uno de ellos en razón de su implicación en el acto ilegítimo e ilegal,  en el bien entendido de que, en mi opinión, la ausencia inicial de violencia respondía a la voluntad de burlar la ley y, de acuerdo con esa idea, su empleo estaba reservado a una fase posterior de la hoja de ruta para poder presentarlo públicamente como acción espontánea de la sociedad civil.

Por lo tanto, ¿ausencia inicial de violencia? Sí, como  agravante; ni atenuante ni eximente.

A mi modo de ver, el objetivo final de los conjurados no era ni es  la independencia de Cataluña en sí misma sino la destrucción de España y su suplantación por una pretendida República Catalana.

A mi modo de ver, esa era  y esa sigue siendo la conjura, alta traición a España incluida.

El separatismo catalán desafía a España y nuestro Estado de derecho

El separatismo catalán desafía a España y nuestro Estado de derecho.

La Generalidad de Cataluña escenifica ahora su -¿penúltimo?- enfrentamiento al orden constitucional español con una quincalla retórica pseudopopulista de estirpe mafiosa. Y/o judaica.

Considero que en estos momentos España necesita una figura humana con visión de Estado y autoridad moral que le permitan elevarse nítidamente  por encima de las deslealtades y mezquindades de nuestros políticos provincianos.

¿Ha llegado la hora del tot o res?

¿Ramón Ibero? ¡Presente!

 

El separatismo catalán desafía a España y el Estado de derecho

Entiendo que, en los últimos meses, el separatismo institucional, decidido  a aprovechar en beneficio propio la situación de interinidad del Gobierno español,   ha formulado una serie de exigencias que por su calado y amplitud constituyen, a mi modo de ver, un auténtico desafío e incluso una declaración de guerra tanto a España en cuanto realidad histórica como a su Estado de derecho en cuanto régimen político elegido democráticamente por todos los españoles, separatistas catalanes incluidos.

Desafío que se inscribe en una hoja de ruta caracterizada por su estudiado y perverso gradualismo y guerra sucia a la catalana manera, desafío y guerra sucia que, en mi opinión, remiten necesariamente a un delito y pecado original de prevaricación.

¿Ha llegado la hora del tot o res o el fin de la conjura separatista?

Los españoles tenemos la primera y la última palabra.

El monstruo separatista

En el espacio de cuarenta años y poco más, de trampa en trampa, de intriga en intriga y de traición en traición, los separatistas catalanes han conseguido atenazar a la población de  esta región española y, acto seguido,  lanzar su grito de rebelión y proclamar la República de Cataluña.

Ahora, cuando el monstruo separatista ha cobrado vida y amenaza gravemente la convivencia de todos los ciudadanos de Cataluña -separatistas y no separatistas-, considero obligado decir que todas esas agresiones a la convivencia responden a una conjura, por más que esta palabra haya sido estigmatizada con carácter preventivo por quienes la llevaron a cabo.

La deslealtad en los hechos se corresponde con la deslealtad en las palabras.

Una explicación racional de por qué, en mi opinión, los separatistas catalanes defienden a sabiendas un proyecto imposible o en qué consiste aquí trabajar a beneficio de inventario

Hace tiempo, después de mucho meditar, llegué a la conclusión de que los separatistas catalanes luchaban por la independencia de su naciúncula a sabiendas de que era un proyecto  imposible.

¿Por qué?

He aquí una explicación, a mi entender racional y razonada, de esta  extraña joint venture que puede ser cualquier cosa menos  descabellada.

El Estado español ha financiado, financia y, previsiblemente,  seguirá financiando la independencia de Cataluña, entre otras razones porque no se entera, y, lógicamente, los que lo saben y se enteran no lo van a decir.

En cualquier caso, todo lo usurpado sale gratis. Los usurpadores cuentan con que al final de la operación Conjura  puede ocurrir que Cataluña siga dentro de España, en cuyo caso será lógicamente el Estado español el que  asuma  gastos e inversiones, o que Cataluña consiga por fin la independencia, situación que la dejaría para siempre, o al menos eso creo yo, fuera de la jurisdicción española.

Mal que me pese, me veo obligado a  pensar que, en el segundo caso, los usurpadores se quedarían con todo lo usurpado, pero no con sus costes.

Yo, que no soy jurista, llamo a eso, por mi cuenta y riesgo, trabajar a beneficio de inventario.

Tres posibilidades tres

Ayer escribí aquí mismo que a nuestros desleales separatistas se les ofrecían dos posibilidades: seguir en España o marcharse.

Después me puse a pensar y caí en la cuenta de que había olvidado una tercera posibilidad, justamente la que, dada la idiosincrasia de nuestros queridos separatistas, más probabilidades tiene de ser agraciada con el premio a la deslealtad.

Sencillamente,  me inclino a pensar que, fieles a su estrella, nuestros separatistas optarán por una variante que les permita estar al mismo tiempo dentro y fuera de España o, si se prefiere, mitad dentro y mitad fuera, que en realidad es lo que tienen ahora y lo que vienen haciendo desde hace bastante tiempo.

Aunque muchos no lo sepan y otros muchos lo sepan y no lo digan, las instituciones nucleares de la futura República de Cataluña están ya vedadas a los españoles, pero no hay instituciones españolas vedadas a los catalanes, ni siquiera a los separatistas.

Eso significa para mí que una vez más se impondrá la táctica de la puta i la Ramoneta, si es que no se ha impuesto ya.

Huelga de país: centro contra periferias

Parece que la huelga general, que ellos llaman huelga de país,  organizada por los separatistas ayer sábado, 19 de octubre, fue seguida esencialmente por los vecinos del centro de la ciudad -funcionarios de la Generalidad con sus entes asociados y empresarios, o sea, burguesía pura y dura-, pero no por los vecinos de las zonas periféricas -en su inmensa mayoría obreros de lengua española-.

Como es lógico, el carrusel independentista recorrió en triunfo las vías centrales de la ciudad, pero se olvidó de las barriadas.

¿Victoria o derrota de la perfidia? ¿Una nueva versión de la lucha de clases?

El separatismo catalán y sus organizaciones paramilitares

Como no podía ser por menos, en las últimas décadas los separatistas catalanes se han apresurado a dotarse de todo un cuerpo de organizaciones paramilitares de cuño fascista para controlar las masas, organizar acciones subversivas, incluidas guerrillas urbanas, y sentar las bases de un futuro ejército propio.

En esas están.

Hoy ya sabemos qué son y qué hacen organizaciones como los CDR, la ANC y el Tsunami democràtic, por citar sólo los ejemplos más conocidos e hirientes del actual pacifismo separatista, bendecido,  no lo olvidemos, por la jerarquía eclesiástica de la Tarraconense y  el Arzobispado de Barcelona.

¿Es necesario decir que todas esas organizaciones, y otras muchas del mismo cuño, son ilegales e ilegítimas en cuanto que están pensadas para destruir la convivencia pacífica de los ciudadanos?

¿Dónde está el Estado de derecho?

¿Ha optado el separatismo catalán por la autodestrucción?

Entiendo que el separatismo catalán tiene una vena sadomasoquista que se mantiene a lo largo de su historia y se manifiesta como una querencia irrefrenable al sufrimiento, sea en forma de frustración permanente y permanentemente alimentada, sea en forma de irredentismo de pueblo a la vez perseguido y elegido.

Curiosamente, los actuales representantes políticos del separatismo catalán parecen movidos ahora por un sentimiento que los lleva directamente a la destrucción no sólo de su entorno social sino incluso y sobre todo de su identidad  como colectivo humano.

Yo diría que en ese comportamiento hay poco o nada del espíritu burgués que ha venido caracterizando hasta el presente la acción socio-política de los separatistas catalanes y de manera especial el hacer diario de sus clases bienhabientes y bienpensantes.

¿Dónde está el seny  si aquí se destruye más que se construye y los que destruyen se destruyen a sí mismos?

¿Son catalanes? ¿Son burgueses?  Sinceramente no entiendo nada.

Victoria pírrica y semántica de la traición

Aparentemente, España se ha impuesto a los separatistas catalanes en el último enfrentamiento. Pero en realidad estos se han replegado y han buscado refugio, una vez más, en ese espacio impreciso que constituye su elemento y su alimento natural.

Vuelta a la guerra sucia de baja intensidad, siempre en el ámbito amable / hostil de la puta i la Ramoneta. Ahí estábamos y ahí seguimos porque, a la postre, ahí hemos vuelto.

Miquel Iceta, en mi opinión la personificación más auténtica y sincera de la perfidia y la deslealtad separatistas, ha conseguido fijar  la semántica de las relaciones del Gobierno (los Gobiernos) de España con los separatistas catalanes y, a través de ellos, con todos los separatistas ibéricos, periféricos y no periféricos.

Mal que nos pese, ahora ya sabemos que estamos en el país de las nacionalidades. Esa es la semilla de nuestra desintegración.

Curiosamente,  a mi modo de ver, ese mal tiene su correspondencia en la semántica separatista del silencio:

-Conceptos y vocablos centrados en España que ni se piensan ni se pronuncian porque para ellos no existen o no deben existir.

-Conceptos y vocablos centrados en traición, traidor, cobardía, cobarde, hipócritas y afines que un separatista nunca pronuncia y, por descontado, nunca aplicará en referencia a su realidad inmediata, aunque de hecho pueblan un campo semántico muy próximo y perfectamente definido.

Ejemplo

Carles Puigdemont pone los pies en polvorosa. Oriol Junqueras se queda «en el país» y es detenido y encarcelado. Que sepamos, Junqueras nunca ha acusado a su correligionario de traición, y probablemente no lo hará.